Un Hombre en la mitad del tiempo y del camino.

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Quien fuera ola recurrente y necesaria para golpear una y otra vez contra obstáculos y muros y poco a poco, partícula a partícula, irlos venciendo. Borrarlos, con mi fuerza y mi constancia.

Quien fuera brisa o viento y rozar cada mañana tu mejilla con un te quiero dulce, pequeñito, casi imperceptible, pero cierto, real, imprescindible, mío.

Quien fuera lluvia o nube, ¡Huracán! y dueño de olas y vientos, cambiar el curso de mi vida y de la historia. Empezar los tiempos de mi cuento, sin magos ni hechiceros, sin caminos de espinas y caídas, sin gigantes gritando por bocinas, sin decretos absurdos, sin barrotes, sin salidas y regresos.

Quien fuera tiempo relativo, exacto y preciso y detenerme justo en el mejor segundo, burlarme de relojes y almanaques y gritar para siempre; ¡Aquí me quedo! Detenido y feliz, burlón e inmóvil, disfrutando de lo bueno de esta vida, aunque fuera solo un segundo detenido.

No soy ni tiempo, ola, huracán, ni brisa, soy solo un hombre en la mitad del tiempo y del camino. Me conformo con ser un beso intenso, imborrable, inolvidable, deseado, mítico y estallar en tu mejilla, una y mil veces.

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