Es invierno en La Habana, un invierno amargo; no hay azúcar para endulzar el noescafé .
Juana prepara el desayuno a su hijo, un té de unas hojas que le trajo el viento, un pan de ayer, que guardó con furia y lo escondió en acto de amor desesperado; su hijo estuvo 12 horas de guardia y ella le remoja con lágrimas su pan, pretende dibujarle sonrisas en el alma.
Es invierno en La Habana y la mesa está vacía y la mente llena de quejas retenidas y protestas guardadas, hay gritos atravesados entre el pecho y la garganta que el miedo no logra detenerlos.
Es invierno en La Habana y hay frío en hospitales, hay 8 cadáveres que esperan sepultura, 8 madres con los brazos vacíos y los pechos secos, 8 niños que nunca pudieron ser,andar, jugar, vivir, quedaron en el intento; faltan más de 8 cartas de renuncia, falta gente con vergüenza asumiendo su culpa, falta un viento fuerte que limpie la ciudad y derribe falsos ídolos.
Es invierno en la Habana y patrocinar se conjuga en todos los tiempos y personas, una estampida gigantesca estremece la ciudad, la Isla; el Morro defiende su luz, quiere guiar un día el regreso de muchos.
Es invierno en la Habana y un pueblo espera un ardiente verano que derrita barrotes y consignas, que dinamite miedos y recelos, que borre discursos obsoletos un eterno verano que llevan décadas soñando, ¡un verano señor, no lo demores!
Fotografía tomada de Google.