Mi pasado cumpleaños, recibí muchos regalos. Aún están en sus bolsas, esperando ser acomodados en el closet, tengo que buscarles espacio. Mis amigos se propusieron regalarme un día especial y lo lograron, créanme. Entre todos los regalos recibidos, hubo uno inesperado, especial, uno que ni a mí, en un instante de cubanìa y añoranzas, se me hubiera ocurrido. Recibirlo fue como si La Habana, con una bata cubana multicolor y trayendo a mi madre del brazo, se hicieran presente esa noche, haciéndola cubana, borrando distancias y tiempos. A su influjo, palmeras, olas rompiendo contra el muro de todos, colibríes y girasoles inundaron el apartamento. Estoy seguro que la idea de ese regalo se cocinó al influjo de la amistad y el amor a Cuba.
Cuando llegamos de la cena-almuerzo, no me dejaban ver el cake.
-Hasta más tarde, cuando lleguen todos, decían mis amigos.
Intente destapar la caja, pero siempre me sorprendían y me mandaban a sentar en la sala. Tenía curiosidad por ver ese cake tan especial, que escondían y protegían de miradas. Por más que imaginé su apariencia, el por qué lo guardaban hasta el último instante, no lo logre. Por fin decidieron cortar el cake de cumpleaños y brindar por la amistad, el amor y más.
Un amigo fue a buscarlo, de pronto lo tuve frente a mí. Fue como una explosión de recuerdos y afectos. Barrios y calles habaneras, acompañados de personajes habaneros, me abrazaban y felicitaban. Les juro que hasta un beso de la Giraldilla sentí en la mejilla, mami colgada de mi brazo reía, mientras apoyaba su cabeza en mi pecho. Recordé a mi musa transoceánica que una tarde de noviembre me hizo retomar el oficio de escribir, sin ella Habanero2000, no hubiera nacido.
Si amigos, un cake puede ser la suma de recuerdos y sueños, puede resumir el amor por Cuba y el amor de amigos, su desvelo y apoyo de siempre. Recuerdo que alguien al felicitarme me dijo; lástima que no pasaras el día con tus seres queridos. Mis amigos, los que comparten el día a día conmigo, son también mis seres queridos y mucho. Ellos hicieron magia y sin invocar conjuros y cintas rojas, me trajeron a mi madre, mi ciudad y mi Isla, me regalaron un día perfecto, donde no falto nada. Un día desbordado de afectos y risas, cubano y miamense en conjunción de sueños y suspiros.
Cuando soplé la vela, mi deseo en silencio fue breve; Caridad del Cobre, una a tus hijos dispersos por el mundo en esa “patria con todos y para el bien de todos”.