Manolito y Pedrito, intolerancias y absurdos.

Manolito, nació en un solar habanero, en una familia pobre y negra, dos razones que pueden marcar la vida de una persona, a pesar de “tolerancias” y “mentes abiertas”.

Sus padres eran trabajadores y buenas personas. Reglita y Juan, se dedicaron a educar y formar a su hijo, a enseñarle valores y principios. Manolito, fue siempre un buen estudiante, de esos que todos los maestros ponen de ejemplo.

Su mamá gustaba de sentarse a conversar con él, le contaba anécdotas, historias, la moraleja era siempre la misma; todos somos iguales, la única división entre los hombres es, buenos o malos y aún en esto hay matices, nada es absoluto. Le enseño que el color de la piel, la religión, la orientación sexual, los orígenes, no hacen a nadie mejor, ni peor. Los valores humanos, los sentimientos son los que marcan la diferencia, le repetía una y mil veces.

En una ocasión, Reglita, lo llevo a un cumpleaños. Pedrito, un amiguito de la escuela, celebraba su fiesta. Cuando entraron a la casa y Pedrito llego corriendo a abrazar a Manolito y llevárselo para jugar, más de uno de los presentes hizo un gesto de disgusto y sorpresa. Les chocaba ese par de muchachos tomados de la mano, uno negro, como noche de apagones, otro blanco como las nubes, rubio y de ojos azules.

La mamá de Pedrito había luchado contra esa amistad. Aunque Manolito era un niño bueno y mejor estudiante que su hijo, eso de que se pasara el día con un negrito, aunque fuera casi, “un negrito de salir” y “pareciera blanco” no le hacía mucha gracia. Pedrito era terco y había desafiado todas las prohibiciones de su mamá a quien no le quedó más remedio que ceder ante la fuerza de esa amistad.

Manolito vino a traerle a su mamá una flor del jardín.
-No me regañes, le pedí permiso a la mamá de Pedrito para traértela.
Reglita lo beso y coloco la flor en el escote de su vestido. Mientras miraba a su hijo correr buscando a su amiguito, escucho a una señora decir.
-¡Que negrito más educado! ¡Es un negrito de salir!
Se volteo, sonrió y le dijo.
-Es un niño muy educado, todos los niños como él, son de salir, es un lujo tenerlos. Los colores no deciden la condición humana.
La señora fingió una sonrisa que se le quedo en mueca y salió al patio. Necesitaba aire, la rabia la ahogaba.

Manolito y Pedrito crecieron, se hicieron hombres. Su amistad creció junto con ellos, se hizo más fuerte. Eran inseparables, como hermanos. Una tarde al salir de la Universidad, Manolito paso por casa de Pedro, quería que lo ayudara a imprimir unos datos que necesitaba de Internet. Cuando llego, se extrañó de la cara seria de la mamá de Pedro. Cuando pasó a su cuarto, lo encontró llorando, los ojos rojos y el alma destrozada.
-¿Qué pasa Pedrin? No me asustes, sabes que soy tu hermano, confía en mí.
-Voy a decirte algo que no sabes; soy gay, maricón como dicen muchos, no me gustan las mujeres, me gustan los hombres. Hoy se lo dije a mis padres y mi papá me dijo que tenía 24 horas para irme de la casa. Empecé a recoger, pero no tengo donde ir. No sé si me seguirás tratando después de saber esto, si te dará pena andar conmigo por la calle, que nos vean juntos.
Pedrito rompió a llorar, mientras Manolito lo abrazaba fuerte.
– Eres mi hermano, eso es lo único que importa aquí. Tu sexo es asunto tuyo, tu forma de sentir, de amar, no soy yo quien para juzgarla. Sería muy mierda si te abandonara ahora que me necesitas. Vamos a terminar de recoger, te vas para mi casa, no es como esta, son solo dos cuartos en un solar, pero te la ofrezco con todo el amor del mundo. Dormirás en mi cama, como cuando éramos niños y dormíamos juntos y sécate esas lágrimas, no quiero que te vean así.
-Tus padres, ¿Qué dirán? Me aceptaran, no pondrán peros que durmamos juntos sabiendo que yo soy…
Manolito no lo dejo terminar la frase.
-Mis padres sabes que eres un hombre y mi hermano y que tienes un corazón de oro. Ah y quiero decirte algo, supe que eras gay hace tiempo y nunca me importo. Como dice mi mamá; los hombres se dividen en buenos y malos y tú eres de lo mejorcito que hay. Bien macho que eres y me consta, que para tener los cojones bien puestos no es obligatorio irse a la cama con una mujer. Vamos, despídete de tu mamá.
Se abrazaron fuerte, como sellando esa amistad de la infancia que en contra de prejuicios e intolerancias supieron construir y fortalecer.

Llegaron a casa de Manolito, cuando sus padres vieron los bultos y los ojos rojos de Pedro, no hicieron preguntas. Reglita dijo.
-¿Quién se va a bañar primero? Tengo el cubo de agua caliente listo.
A la hora de dormir, Pedrito quiso dormir vestido, le daba pena dormir con Manolito y quedarse en calzoncillos.
-Oye quítate ese pantalón y acaba de acostarte que donde hay hombre no hay fantasmas, ni complejos.
-Manolo, ¿No te importa que la gente se entere que dormimos juntos? ¿Que piensen que eres maricón?
-Si me importara, sería como “esa gente”. Lo único que me importa eres tú, ayudarte. Hoy por ti y mañana por mí.

Cuando Pedro llevaba 6 meses viviendo en casa de Manolito, su mamá lo espero un día a la salida de la Universidad, en la parada de la guagua.
-Pedrito, mi hijo, quiero que vuelvas a casa, convencí a tu padre y dice que si sabes comportarte puedes regresar. Hazlo por mí, me duele verte viviendo en ese solar entre negros, compartiendo el baño con ellos.
-Mamá, esos negros, como tú dices, son mejores que tú y que mi padre. ¡Cuando coño entenderán que esa gente son de oro, que el color de la piel no decide la condición de las personas!
-Tu lugar es en nuestra casa, tal vez se te pase esto y te enamores de alguna muchacha de bien y me des un día nietos.
-Esto no se me pasara porque no es una enfermedad, no es una elección. Soy gay, maricón, como dice papá y lo seré siempre. No me casare con una muchacha de bien, si un día aprueban el matrimonio gay, me casare con un hombre de bien. Con alguien que sea como Manolito, pero que como a mí, le gusten los hombres. Y te aclaro se comportarme, él que no sabe comportarse es papá que se olvido que soy su hijo cuando supo que era maricón.
-Me vas a matar Pedrito, estos disgustos acabaran conmigo.
-No mamá, a ustedes los va a matar la intolerancia, el creerse mejor que los demás. Ir a misa los domingos o tener los ojos azules, no te hace mejor persona, entiéndelo. Antes que te vayas quiero decirte algo, Manolito tiene novia y van a casarse, no me han dicho nada pero sé que van a necesitar el cuarto, si no han fijado fecha es porque piensan que no tengo para dónde ir. Tengo novio mamá, llevo 2 meses saliendo con Alberto, me pidió que me mudara con él.
-¡Alberto, El mulato que estudiaba contigo! ¿No pudiste hacerte novio de un blanco? A mí me va a dar algo. Con un blanco podrían decir que son primos o parientes, pero ¡un mulato!
-Mamá, te preocupa más que sea mulato o blanco a que sea buena o mala persona ¿Te gustaría verme con un rubio como yo, pero que fuera un hijo de puta? ¡Mamá despierta por favor! Sabes en vez de ir tanto a la iglesia, deberías ir a conversar con Regla, tienes mucho que aprender de ella.
Se despidieron con un beso y la promesa de volverse a ver pronto.

Esa noche, Pedro le conto la conversación a Manolito.
-Es triste como en pleno siglo 21 la gente sigue etiquetando a las personas. Cuando Luisa le dijo a sus padres que nos íbamos a casar casi la matan ¡¡Con un negro!! ¿Tú sabes lo que es tener que hacerle el desriz a tus hijas? Te veo haciendo trencitas, te imaginas ese batallón de negros en la boda. Suerte que Luisa es fuerte y les dijo; si no quieren no vayan a la boda, no pude hacer mejor elección que Manuel, si a ustedes no les gusta, lo siento, pero la boda va.
-Así es, dicen discursos sobre la igualdad, pero la igualdad para los otros. Mami cuando supo lo de Alberto y yo, casi sufre un ataque al corazón ya no le importaban que fuera un hombre, lo quería al menos blanco. Sabes, yo no quiero que mi familia o amigos me toleren, quiero que me acepten como soy, como yo los acepto a ellos.
-Eso hablábamos Luisa y yo hoy, me dijo que con el tiempo su familia me toleraría. Le aclare que no había nada que tolerar, que en todo caso sería yo quien tendría que tolerar el racismo y estrechez mental de ellos, termino dándome la razón.
-Y hablando de tolerancia compadre, ¿Hasta cuándo tengo que tolerar tus patadas en las costillas todas las noches?
Se rieron como bobos, Regla les toco en la puerta.
-Van a despertar a los vecinos, acábense de dormir.

El día de la boda de Manolito y Luisa, Pedro fue con Alberto, ya llevaban 15 días viviendo juntos. Cuando termino la fiesta y se iban para el hotel, Manuel y Pedro, se despidieron con un abrazo. Luisa se acercó, todos rieron con la ocurrencia de Pedro que dijo en voz alta.
-¡Te sacaste la rifa con esta mujer, es una blanquita de salir, hasta parece negra de lo buena que es!

Fotografia tomada de Google