No sé la causa, pero a veces, cuando intento escribir, se me confunden las palabras. Trato de corregirme en una interminable fe de erratas. Cuando quiero escribir olvido, salta una ola gigantesca, se me corre la tinta y escribo, amor intenso, del bueno. Las palabras no significan lo mismo, del otro lado de las olas.
Quiero escribir, deshojo tulipanes lentamente y un ramo de girasoles, destroza mis palabras, casi me golpea el rostro; reclama espacio y recuerdos. Asi, hablando de Jazz, las letras se rebelan, dibujan tumbadoras; termino escribiendo, Rumba, guaracha y son.
Pretendo vestir personajes a la moda con camisas Armani, Prada; mis letras dibujan guayaberas, a un muchacho descalzo y sin camisa, andando, bajo la lluvia, los caminos de su infancia.
Brindemos con champagne querida y un trago de ron revuelve las palabras, el aguardiente de caña rehace las palabras. Pretendo contar la historia de dos que juegan cartas y el ruido del dominó confunde mis palabras, ¡Caballero me pegué! Y mi historia huele a caña, tabaco y ron.
Y el hombre se vistio de verde en el día de San Patrick, un amarillo intenso cubre el papel, cambia el color de la tinta. Cambia imágenes y aparece Cachita en mis historias
Sirvió el té, ¿esta bien de azúcar? ¿crema?. Un fuerte olor a cafe inunda el cuarto, borra palabras y allá en el norte, una pálida joven, se toma un buen café cubano y su rostro cambia de color, sonríe.
Sus amigos pasaron a recogerlo en su Mercedes y mis letras dibujan empujones, me quedo en la que viene, caminen que hay gente afuera. Comparto sudores, soy uno mas corriendo a coger la guagua.
Quiero hablar del exilio, de ese dolor de estar lejos de historias y comienzos, termino hablando de mi patria, de esa Cuba que nos lleva atados en las palmeras. No hay dolor en mis palabras, no hay pena. En mis palabras estallan recuerdos y futuros y abrazo emocionado mi bandera, presiento, esa patria, “con todos y para el bien de todos”.
Fotografía de una obra del pintor cubano residente en Miami, José Chiu