¡Hasta siempre Pablito!

Pablito no se ha ido, su breve espacio se ha hecho inmenso, inmortal, habita en la gloria; junto a los grandes de nuestra música, comparte sitio y permanencia. Para vivir entre nosotros, más allá de la muerte, bastan sus canciones para anclarlo por siempre a recuerdos y acciones.

Pablito es símbolo de cubania, de amor por Cuba, esa Isla que amó entrañablemente y que entre olas y canciones lo hizo suyo. Tipo sencillo, siempre dispuesto a ayudar, a hacer sin pretensiones, a dar su mano y su arte; ese es su legado, su arte, sus canciones, su darse en cada gesto. Uno es como es y él es de los buenos.

Se fue con la paz y la certeza del que supo ponerse del mejor lado de la historia. No le alcanzan el odio, ni ofensas de algunos.

Sé que mis palabras me traerán algún que otro improperio, pero como tú dijiste: del presente que me importa la gente, si es que siempre van a hablar; al final llenas el espacio con tu luz y esa luz es lo que importa.

Unámonos en este hasta siempre a Pablito, no somos Dios, no nos equivoquemos otra vez.

Déjanos despedirte con tus versos en el fuerte futuro que nos aguarda y volver a repetirte que te queremos, porque y esto lo sabes, este pueblo te quiere y se aferra a tus canciones que es abrazarse a ti en cierto modo.

Esto no puede ser no más que una despedida, quisiera fuera un inmenso hasta siempre, eternamente Pablito.

Fotografía tomada de Google.

¡Felicidades mi Habana!

Sabes que me llevas atado en los vuelos de tu bata cubana, que siempre estas aquí, en mi pecho, compartiendo sitio junto a mi recuerdo mayor. Te celebro cumpleaños en silencio, sin alardes, como celebran los hijos los años de sus madres. Camino tus calles en mi memoria, mi madre me acompaña, reímos juntos; a tu influjo y magia todo es posible.

Te amo mi ciudad de siempre y te sueño en el futuro, sin absurdos discursos, sin consignas; iluminada, para siempre, con la gloria y el esfuerzo de tus hijos.