¡ Todos extrañamos a Cuba!

Son las 3 de la tarde en un barrio habanero, Nena cuela su café, coge varias tacitas, el termo con café y va para el portal; es un ritual del día a día, colar su café y compartirlo con vecinos y recuerdos.

Nena se mece en su sillón y saborea su café, suena el teléfono, es su hijo que vive en Miami, la llama todos los días, a esta hora, es su forma de compartir el café con su madre y sus nostalgias.

– Mami coño, como quisiera estar ahí tomando tu café, voltea el teléfono quiero ver el barrio; uno aquí lo extraña todo, hasta las piedras y extrañar es a veces un dolor en el pecho que sólo hablar contigo puede aliviar.

– Lo sé mi hijo, pero ese extrañar tienes que convertirlo en fuerza para lograr tus sueños; es duro esto de tenerte lejos, pero más duro era tenerte aquí sin futuro, prefiero tenerte lejos, a saberte frustrado, sin futuro y con el miedo constante de que hicieras algo y te metieran preso; no quería que tu fueras uno de esos jóvenes encarcelados por gritar ¡Patria y vida! Extrañar duele mi hijo y mucho, pero es el precio que pagamos por tu futuro y créeme, vale la pena.

– Lo sé mamá, lo sé y no me arrepiento de nada, pero no puedo bloquear este extrañar todo, algo mío quedó allá, contigo.

– Algo mío se fue contigo mi hijo y te cuida y alienta, vela por ti. Te quiero mucho mi hijito.

– Yo también te quiero mucho mami, eres todo para mi, eres mi patria, mi madre, mis recuerdos, mi vida toda, un besote mami.

– Un beso muy grande mi hijito, hablamos mañana, a la hora del café.

– Besos mami, muchos

– Besos mi hijito, cuídate.

Cunda abre la reja, se sienta en uno de los sillones del portal, se sirve una tacita de café.

– Me demoré un poco recogiendo agua, que nos ponemos a darle a la sin hueso y tal vez ya no vuelva a tener agua hasta dentro de 2 o 3 días, ¿hablabas con tu hijo?

– Si, extrana mucho, extrañar duele, los que se van extrañan mucho.

– No solo los que se van, los que estamos aquí también extrañamos a Cuba, ya nada es lo mismo. Mis 3 hijos están fuera, Elenita en Madrid y Albertico y Tony en Miami; extraño cuando venían a almorzar los domingos, ir a visitarlos, extraño mis nietos, sus risas, llevarlos al parque y verlos jugar. Ya nada es igual Nena, nada, Cuba no es lo que soñamos y se extraña allá y aquí.

Pepé llega se sienta, se sirve el café, escucha las últimas palabras de Cunda.

– Pensé iba a perderme el café hoy, estaba en la cola del pollo, nos pasamos el día haciendo colas. Sabes Cunda, tienes razón, todos extrañamos a Cuba, los de allá y los de acá, ya nada es igual. Mi padre luchó por la Revolución, hasta su vida dio por ella, creanme; esta no es la Cuba que el soñó para sus hijos, esta mierda no es el futuro por el que luchó. Te repito, nada es igual. Mis hermanas viven todas en Miami, Miriam, antes de irse vendió la casa, la casa de mis padres, de toda mi vida ya no existe para nosotros y eso lo extraño y duele, tanto como estar fuera de Cuba. Mis hermanas quieren que me vaya, pero ya son 70 años para empezar una nueva vida, ellas me ayudan, pero cambiaría toda esa ayuda por reunirnos en un almuerzo, hacer un arroz con pollo como lo hacía mami y después del almuerzo hacer la sobremesa una o dos horas; esa era mi Cuba, la de todos unidos, la de familias abrazándose, no la de esta estampida y el último que apague el Morro; todos extrañamos esa Cuba.

Las lágrimas corren por la cara de Nena, toma un buche de café y con voz entrecortada dice.

– Tienes razón Pepé, como siempre, esta no es la Cuba que nuestros padres querían para nosotros, esto es un sálvese quien pueda, un me voy pal carajo constante, esto es una mierda. Nuestra Cuba, se nos pierde, se diluye en el recuerdo, es un espejismo. Si tomamos café es porque nos lo mandan desde afuera, si comemos, es porque nos mandan dinero y facturas, los que no tienen familiares afuera se ahogan en la miseria de una Cuba que se resiste a desaparecer del todo. La Cuba que soñamos, ya no existe, se nos pierde, por mas que intentamos, no la alcanzamos. Aquí ya nadie hace boniatillo o natillas y lo comparte con los vecinos, perdemos tradiciones y costumbres y yo no quiero, el pueblo no quiere que esta anormalidad, este desastre se convierta en la rutina de Cuba; nos negamos a esta Cuba que nos quieren imponer.

– Esa es la realidad, ustedes lo han dicho, todos extrañamos a Cuba y todos tenemos que luchar por esa Cuba que soñamos y que nos quieren arrebatar.

Nena sirve café y a su aroma, los tres se abrazan, sin ponerse de acuerdo gritan al viento.

¡No nos podrán arrebatar nuestra Cuba!

Fotografías tomadas de Google.

Nuestra bandera, nuestro himno,nuestra Patria, nos pertenecen a todos los cubanos.

Nuestra bandera, nuestros símbolos patrios, nuestra patria toda, pertenecen a todos los cubanos. Nadie, ni partido, ni ideología tiene el derecho de secuestrarla, de creerse su dueño y darlos o quitarlos según su antojo. Si alguien tiene más derecho sobre nuestros símbolos patrios, es quien mejor le sirve y la ama, quien más orgulloso esta de su condición de cubano, quien los exhibe con el orgullo infinito de saberse cubano, más allá de exilios y prohibiciones.

Recientemente el boxeador cubano Robeisy Ramirez protagonizó, una vez mas, un acto de cubania total, de amor a Cuba pleno y profundo; ese saberse cubano más allá de triunfos y distancias, con Cuba en el alma, alentandolo. Quería una vez mas subir al ring con las notas de nuestro himno y lucir en su short, con orgullo total, nuestra bandera.

Los representantes del gobierno cubano le dijeron a los organizadores de la pelea por el título mundial, que el boxeador cubano, no podría subir al ring acompañado de las notas de nuestro himno, ni lucir orgulloso nuestra bandera. Alguien le aclara a estos señores que nuestro himno, nuestra patria es de todos los cubanos. Muchos exhibimos con orgullos nuestra condición de cubanos; ser cubanos no tiene que ver con ideologías, ni lugares de residencia. Ser cubanos es sentir ese orgullo infinito de serlo, mirar nuestra bandera y amarla libre e invencible, ondeando al viento de libertades y futuros en la palma más alta.

Cuando Robeisy subía al ring miles de cubanos entonaban nuestro himno y le regalaban sus notas más altas, nuestra bandera, inmensa y de todos, desde el asta más alta se inclinó a bendecirlo, asegurando victorias y cubanias. En sus guantes invencibles con orgullo total, como talismán de la buena suerte, nuestra bandera.

Señores, nuestra Patria , sus símbolos, pertenecen a todos los cubanos, no es atributo de partidos o ideologías, ¡es de todos! Basta ya de creerse dueños de lo que no les pertenece. Al final nuestra bandera es de quien más la ama y honra, de quien le ofrece su amor y sacrificio y no de quien vive de ella y la usa a su antojo, es de la patria y de la vida.