¡Sentirse cubano!

No basta haber nacido en Cuba, para ser cubano, hay que sentirse cubano. Ser cubano, va mas allá de jugar domino en una esquina habanera, tomarse una botella de ron entre amigos, jugar a la pelota o bailar casino. Sentirse cubano, es mucho mas que eso, no hay que ser un “asere”, para ser cubano, aunque muchos “aseres” son 100 por ciento cubanos. Sentirse cubano, es tener una mezcla rara y única de sentimientos en el alma y razas en la piel. Se relaciona con nudos en la garganta al escuchar nuestro himno, con enrizamientos en la piel al ver palmeras al viento, con lágrimas de emoción cuando hablamos de nuestra isla. Ser cubano, es decir, CUBA y sentir palomas volando, sinsontes cantando, escuchar olas rompiendo en el Malecón, desatar arco iris.

Lamentablemente, hay cubanos a los que sólo los une a nuestra Isla, una partida de nacimiento, son capaces de sumarse a conversaciones, donde se habla mal de la Perla de Caribe. Por suerte, son minoría, toman ron, juegan domino, bailan casino y hasta juegan a la pelota, pero su patria pudo ser cualquiera, nacieron en Cuba, por accidente. Carecen de ese cordón umbilical que siempre nos unirá a la tierra más hermosa.

Hay quienes dudan que Cuba, un día, como ave fénix, renacerá de si misma, volverá a ocupar el lugar que por derecho y vocación, le corresponde; la Perla del Caribe, la llave del golfo, será un brillante resplandeciente y luminoso que abrirá todas las puertas, sin forzarlas, se rendirán a su encanto. Un amigo, me decía ayer; si los primeros cubanos que llegaron a Miami, convirtieron un pueblo en una gran ciudad, que no podrá hacer todo un pueblo unido! Coincido con él, no dudo del futuro de Cuba, de nuestro explosivo renacer. A veces, lo que mas trabajo cuesta, se disfruta mas haciéndolo. Todos aportaremos algo y granito a granito, encenderemos la luz que iluminara el Caribe y el mundo, con nuevos y multicolores resplandores.

Sentirse cubano es un orgullo infinito de serlo, un gritarlo una y otra vez, saboreando cada palabra, cada letra de ser cubano. Sentirse cubano, es hablar de nuestra islita y sentir los ojos humedecerse, es llorar con lagrimas rojas, azules y blancas. Sentirse cubano, es tener un corazón inmenso en el pecho, que late a ritmo de palmeras al viento, es llevar, para siempre, en la piel y en el alma, el calor de nuestro sol, es una unión de sones, guarapo y café que nos bautiza y marca para siempre, al nacer.

Si, me siento cubano, aunque no juegue pelota, apenas tome ron y solo sepa “botar gordas” jugando al domino. Cuba, vive en mí, con la misma fuerza e intensidad que yo vivo en ella. Se puede ser ciudadano del mundo, amar y adoptar otros países como nuestros y seguir amando, con todo, a nuestra islita.

Nuestra isla, es tan inmensa, tan segura de si, que nos deja amar otras tierras, sabe que su lugar esta seguro. Juramos antes otras banderas, pero en nuestro corazón, ondea, por siempre, la bandera de la estrella solitaria.

Siempre recuerdo mi primer viaje a Cuba, esperando el avión, uno de los pasajeros decía; he ido a Cuba, más de veinte veces, cada vez que el avión sobrevuela la isla, que veo mi tierra, no puedo contener las lágrimas. Sentirse cubano, es llevar a Cuba, con orgullo y amor, en el alma, donde quiera que estemos.

Ser cubano, es tener siempre a Cuba, bien hondo, sufrirla. Nacimos de ella, se nos metió en la piel y en el alma, tenemos alegrías y penas comunes. Un cubano, no puede ser feliz del todo, si sabe que su islita sufre. No basta llevar una bandera cubana en el auto o vestir de guayabera en días especiales. No es suficiente escribir Cuba, cuando preguntan país de nacimiento, es decir con auténtico orgullo; si volviera a nacer, quisiera nacer cubano otra vez! Como decimos muchos; si no fuera cubano, pagaría por serlo!

Sentirse cubano, garantiza el futuro, la unión de todos en el futuro de la patria. Arrancamos uno a uno los pétalos de un gigantesco girasol, preguntándonos cada vez; libres o libres? No hay otra opción, Cuba, lo sabe, confía en nosotros y en el futuro. Nos sentimos cubanos, convertimos la lágrima en sonrisa, con la certeza que todo, no esta perdido. Mientras Cuba, viva en cada uno de nosotros, el arco iris del mañana, desde nuestro corazones, poco a poco, anuncia un amanecer multicolor.

Anoche, mientras terminaba este escrito, un amigo poeta publicaba el poema, ¡Te extraño Cuba! Casualidades o coincidencias de sentimientos en almas de inmigrantes? Les dejo el link a su poema, para que puedan disfrutarlo.

http://tonycanterosuarez.wordpress.com/2012/03/29/te-extrano-cuba/

Fotografia tomada de Google.

Una puesta de sol con Rosita.

Varias veces nos hemos encontrados, en diferentes lugares, en la Habana y en Miami. Durante años, disfrute de sus presentaciones en la televisión cubana, la aplaudi de pie en teatros habaneros. Cada uno de nuestros encuentros ha originado un nuevo escrito sobre ella, cada uno de ellos es diferente. Sin proponérnoslo, sin previa agenda, cada vez que estamos frente a frente, abordamos facetas diferentes, un nuevo ángulo del ser humano y de la artista se nos muestra. El domingo pasado, tuve otra, Cita con Rosita.

Apenas una semana antes, se había sometido a una operación. La llamé al mediodía, conversamos, le pregunte si podría visitarla por la tarde. No quería molestarla en su recuperación; seguro, te espero, respondió enseguida. Llegue con un amigo, esperamos unos minutos, mientras esperábamos, conversamos con Rosa María, su hija. De repente, se abrió la puerta, una sonrisa ilumino la tarde; Rosita, entro a la habitación, nos saludamos como viejos amigos. Ya no tengo que recordarle que soy un amigo de Robertico, gracias a él, que nos unió, para siempre, somos amigos. Una amistad, que me honra, que me permite guardar, entre mis recuerdos, encuentros con una figura que llena épocas, que deslumbra generaciones, con una mujer convertida en mito y leyenda, a pesar de su sencillez. Compartir con ella, es siempre, un Desfile de la alegría.

Rosita, converso de su infancia, de su paso por colegios de monjas, contó anécdotas de travesuras. Sin querer, sin intención, tocamos el tema de la religión. Ella, fue una de las pocas personas en Cuba, que en tiempos difíciles, nunca negó su religión, siempre tuvo en su casa, en un sitio de honor, la imagen de la patrona de Cuba, la Caridad del Cobre. Se confiesa católica, aunque su cercanía a Dios, es un poco mas directa, sin muchos intermediarios, un ser de luz, no los necesita.

Mirándola, uno olvida su edad. Cuando nos fuimos, le pregunte al amigo que me acompaño y que por vez primera la trataba personalmente; sentiste en algún momento la sensación de estar frente a una mujer mucho mas joven, fue capaz de lograr que la vieras como una muchacha joven? Sin vacilar me respondió; si, no se como lo logra, comienza a hablar a gesticular y  logra la magia de embrujarnos. Así es Rosita, así será siempre.

Conversamos, reímos, hasta nos canto fragmentos de canciones. Nos contó de las múltiples ofertas de trabajo que siempre tuvo. Mientras  trabajaba en España, le ofrecieron contratos en Francia e Italia que tuvo que rechazar; me hubiera gustado trabajar en esos países, nos dice. Rosita. Necesita otra vida para poder cumplir todas las demandas de trabajo que  le ofrecieron. Dice con modestia, que pudo triunfar, porque siempre tuvo trabajo, olvida que su talento, belleza y carisma, fueron los responsables de esas múltiples y constantes ofertas que recibía, que aún recibe.

Le lleve mis últimos escritos sobre ella, no vas a leérmelos? Me pregunto, uno solo, le dije. Le leí mi escrito, “Rosita, una habitación, recuerdos, fotos, historia!” se le humedecieron los ojos, cuando termine de leerlo, apretó los papeles contra su pecho y me decía;  gracias, me emocionaste! Me pidió que le leyera también “Mejilla con mejilla“, que escribí la noche que vi su película, accedí con gusto, quien podría negarse a un pedido suyo.

Mientras conversábamos, el sol se iba ocultando, sus últimos rayos la envolvían y daban un tono rojizo a la habitación. Pienso que tal vez el sol decidió ocultarse un poco antes, quiso dejarnos a solas con Rosita, iluminando la tarde.

Al irnos, como siempre, nos acompaño hasta la puerta, le di un gran beso, te quiero mucho, le dije, lo se, respondió mirándome a los ojos y me beso.

Creo que realmente Rosita, vino a traernos la primavera, su presencia en Miami, disolvió los últimos restos del invierno. Nuestra Rosita, se basta para cambiar estaciones, iluminar tardes y noches, convocar arco iris. Coincidir con ella en tiempo y espacio, una suerte, compartir con ella, escucharla hablar de su vida, de su paso triunfal por el arte, un privilegio, un regalo extra que mis escritos y mis amigos me han dado.

Mientras escribo, convocando la presencia e inspiración de Rosita, la escucho cantar, a veces, dejo de escribir, miro unos minutos sus videos, sus fotos, Rosa, se hace presente en mi habitación. Escucho una canción, “Voy a empezar de nuevo”, recuerdo cuando la estreno en el teatro inmenso de La Habana, sus palabras al publico; ustedes dirán, hasta cuando va a estar empezando de nuevo esta mujer! Mientras vivas Rosita, responden entre aplausos tres generaciones de cubanos!

¡Esperas!

En un lugar, donde nadie espera  nada, todos esperan, sin saberlo, sólo por la costumbre o el vicio de esperar. A veces un acto repetido, se incorpora a la vida, se hace hábito. Cuando no hay otra opción, esperar, da sentido a la vida.

Madres, sentadas en portales, que esperan hijos ausentes. Miran al horizonte, presienten llegadas, su oficio es esperar, con el alma servida de afectos, desencuentros y regresos. Se despiertan y acuestan esperando, mirando fotos que hablan y besan. Esperan con la fe inmensa de quien confía en el milagro del amor. Escuchan timbres, voces, la espera se congela, se espera a si misma.

Amantes, que esperan a otros amantes, amores truncados, terminados a la fuerza, que siguen en la espera. Penélopes, que desconocen la labor de tejer, cocinan, lavan, ponen ladrillos, cortan hierba, sin dejar de esperar, sin saber a quien o que esperan. Esperar, puede convertirse en una obsesión, una idea fija que puede ayudar a levantarse cada mañana.

Muchachos que dicen; estoy cansado de esperar por la hora de irme, para donde sea, pero irme! Estoy cansado de tanta espera. Cada día amanecen con la idea fija que hoy su espera puede terminar. Hoy puede ser el día de terminar una espera y comenzar otras, vivimos así, de espera en espera, por un futuro que no llega.

Ciudad, que reúne esperas, apoya sus codos en el muro de todos, suspira, y espera regresos que no llegan, sueños que no cuajan. A veces, la espera puede ser palpable, maciza, un cuerpo físico. De tanto sumar esperas, un día, la espera, tomo vida propia, es un personaje mas, anda entre nosotros. Se sienta en un muro junto a muchos, alarga su rostro y dice; ya ven, yo también espero, ni yo, puedo escapar a mi suerte.

A  veces, no sabemos que esperamos, lo hacemos por costumbre, estamos enfermos de esperas. Nos miramos reímos, soñamos, hacemos el amor, sin olvidar que esperamos, en una espera larga, interminable y angustiosa. Una espera de años. Una espera de muchos, anula soledades, se hace colectiva.

Las palmas, esperan, las montanas esperan, los ríos y el mar, se unen a la espera. Una espesa niebla, pegajosa, contaminante, obliga a todos a esperar. Cada uno espera a su modo, se suma a la espera colectiva, aportando su propio sueño, su esperar. Allá, donde la espera puede a veces romperse con un grito, una palabra o un abrazo.

Por instantes, estallidos de afectos, conjunción de recuerdos, hacen el milagro de iluminar la espera, de adelantar finales. Un aire de esperanza recorre la ciudad, se olvida la espera y se disfruta el minuto. Después, volvemos a la espera, nos sentamos, nos miramos sin ver y hablamos sin palabras.

Una mañana, tanta espera, será recompensada, arco iris de esperanzas y realidades adornaran un cielo nuevo. Un viento incontenible hará danzar palmas y olas, desbordara ríos. Un rayo de sol disipara neblinas, dibujara sonrisas. Será una mañana de fiestas, de encuentros, de esperas olvidadas y afectos. A partir de ese día, si esperamos, lo haremos con alegría, haciendo, de pie, con sonrisas en el rostro y miradas encontradas, con certezas, sin miedos. Una mañana así, vale la pena esperarla!

Fotografias de Yohandry Leyva. 

Tribulaciones de cubanos en Miami!

Emigrar, salir de  Cuba, como fuera y para donde fuera, fue un superobjetivo para los que estamos ahora de este lado. Damos gracias a Dios, a Cachita y a todos los santos, por haberlo logrado. Una vez asentados y acostumbrándonos a una nueva vida, aparecen nuevas preocupaciones, tribulaciones.

A veces, las personas que viven en Cuba, nos imaginan en un auto descapotable, viajando por Miami Beach, con una botella de champagne en la mano. Desconocen factorías, jornadas de trabajo de 16 horas, cuentas por pagar que agobian. Ignoran  las maromas que hacemos para poder sacar un extra para ayudarlos.

Hoy me contó un amigo, que su esposa llamo a la Oficina de intereses tratando de adelantar la entrevista de su mama, invitada por ellos para que venga de visita. La persona que la atendió, muy gentilmente, la sorprendió; le dieron cita para este año en noviembre. Aparentemente, esta noticia provocaría alegría infinita, casi una fiesta familiar, pero no es así. El asunto, es más complejo.

Mi amigo y su esposa, viajan este año a Cuba con su hija, se imaginan el gasto que esto conlleva, sobretodo, teniendo una familia numerosa en La Habana. Mi amigo, entre risas y casi lagrimas, me cuenta de una lista que tiene su esposa, con el dinero que dará a cada uno de los integrantes de la familia, a veces nos creemos una nueva versión de Los Reyes magos o Santa, pero aquí no terminan las tribulaciones de mi amigo. El papá de mi amigo, tiene entrevista en la oficina de intereses para junio. Mi amigo lo quiere traer después de octubre, en septiembre termina de pagar el child support (pensión económica) de su hija mayor, y cuenta con ese dinero extra para traer a su papá y darle algunos gustos. Agreguemos a esto que hace solo 15 días sacaron un carro y que a los 5 días ya le habían dado un golpe por detrás. Creo que mi amigo, tendrá que incluir a Guanabacoa, en su próxima visita a La Habana. Vía directa del aeropuerto a Guanabacoa.

Mi amigo, se ríe, hasta me duele la cabeza, me dice. Su economía planificada centavo a centavo, se ve amenazada, por ese adelanto de la visita de la suegra. Su esposa, después de pasar el primer susto, quiere llamar para atrasarla. La suegra, tendrá que esperar al menos un año, necesitan un respiro antes que la señora venga.

Recuerdo en una ocasión, planificando mi viaje a La Habana, fui con un amigo a Costco, compre un montón de cosas para llevar, pensando pagarlas con la tarjeta de crédito. Cuando llegue a la caja la tarjeta de credito no pasaba, la cajera me aclaro; solo cash. Créanme por un minuto pensé devolverlo todo, el cash (dinero en efectivo), era para pagar las cuentas y llevar a Cuba. Como dicen en Miami, primero muerto que sencillo,  mire al techo de la tienda y en un suspiro desgarrador, pensé ¡Dios, proveerá! Y pase mi tarjeta de banco. Al final, pude hacer mi viaje y pagar mis cuentas, sin males mayores, pero pase un buen susto.

Tengo otro amigo, que recientemente viajo a La Habana, a celebrarle el cumpleaños a su mama, pidió 3 días de permiso en el trabajo. Ayer me decía, Jose, ¡que bajito me vendrá el cheque el viernes! No se como podré terminar el mes. Así, transcurren nuestras vidas, somos felices al final y mejores especialistas en economía y presupuestos que graduados universitarios en la especialidad, somos la candela, unos barbaros.

En estos tiempos de crisis, muchos enfrentan disminución de horas laborales y salarios, otros han perdido el empleo. Algunos, hemos visto desaparecer el salvador overtime (horas extras), pero tanto allá, como acá, seguimos enfrentando dificultades con sonrisas, no nos dejamos vencer. No dejamos de ser cubanos, hacemos chistes de nuestros problemas y angustias y cuando alguien piensa que vamos a llorar, soltamos la carcajada.

Mi amigo de la historia, me contaba el rollo del viaje de la suegra riéndose, sabe que todo se resolverá felizmente. Al final, terminamos haciendo magia, miramos al sur, decimos un; ¡Cachita, ayúdame! El milagro ocurre, seguimos felices y agradecidos de estar del lado de  acá, entre tribulaciones y angustias, somos felices, vivimos una nueva vida, nos adaptamos poco  a poco, seguros que depende de nosotros, ¡Un mañana mejor!

Fotografia tomada de Google.

Remesas a Cuba.

Hoy, temprano en la mañana, vi en un periódico de Miami, una caricatura sobre las remesas de los cubanos a sus familiares en Cuba. Un tema difícil, que molesta a algunos, hiere a otros y al final, interesa a todos.

Ante todo, el envío de remesas a su país de origen, no lo inventamos los cubanos, tampoco es privilegio absoluto nuestro. Todos los inmigrantes, envían remesas a su país de origen y en muchos casos, en sumas más altas a las que enviamos nosotros.

A la hora de enviar dinero y ayuda a familiares en Cuba, pensamos en ellos, en los lazos que nos unen, en las dificultades que enfrentan día a día. Nadie, tendría la fuerza suficiente para obligarme a dejar de ayudar a mi madre de 84 años. Estar lejos, dejar de compartir la vida, provoca un dolor que no se disminuye con remesas, nada material sustituye a un ser querido lejano. Al menos saber que nuestros familiares escapan a escaseces y racionalizaciones, da fuerzas para continuar luchando y enfrentando la vida.

Intentar prohibirlas, disminuirlas, burlarse de los que cada mes, separamos una parte para nuestros familiares en Cuba, es una sin razón absurda. Es, al final, algo muy fácil para los que no tienen familiares allá o simplemente se olvidaron de ellos y no les importa si comen o no, si están enfermos o sanos. Se historias terribles de hijos que olvidaron para siempre a padres y hermanos, no se como pueden andar por la vida, sonreír, con carga tan pesada en sus almas.

Los que siguen mi blog, saben la historia de Marta, la muchacha con cáncer que vive en un solar habanero. Cada vez que podemos, convocados por mi escrito y conmovidos por su historia, un grupo de amigos, cada vez mayor, le enviamos algún dinero. En un correo electrónico que me envío, me daba las gracias, me contaba como en sus noches de dolor y lagrimas, pensar en todos los que la ayudábamos, le daba fuerzas; sin ustedes, todo habría sido más difícil, me dijo. Ayudarla, nos hizo mejores seres humanos, conocerla, nos dio una lección de vida.

Ayudar a los que dejamos atrás, es algo intrínseco a nuestra condición humana, a nuestro ser cubano. Cuando vivíamos allá y sabíamos de alguna necesidad, compartíamos lo poco que teníamos con amigos y familiares, un poco de azúcar, sal o café. El cubano, es solidario por naturaleza, no abandonamos a amigos en desgracia.

No, no me pidan nunca que deje de ayudar a mis familiares en Cuba. No me lo perdonarían ni en el infierno, hasta el propio diablo, si existe, me miraría con desprecio.

No dudo del efecto de las remesas en la economía cubana en general. Un efecto secundario que no podemos evitar; toda medicina lo tiene. Invocarlo, no es razón suficiente para burlarse de remesas o estar en su contra. No hacemos como otros inmigrantes que envían altas sumas, saben que algún día regresaran e invierten en su país. Nosotros, solo enviamos lo necesario para paliar dificultades, no son limosnas como un día me dijo alguien en un alarde de desprecio a familias y vínculos afectivos. Nuestras remesas, son expresión de amor, agradecimiento, apuestas por la vida, deseos de, al final, ser mejores seres humanos.

Apostamos por la vida, el amor, el vínculo entre familias. Ayudar a alguien en general, dibujar una sonrisa en un rostro, escuchar un gracias que nace del corazón, recompensa sacrificios y lejanías, ustedes y yo, lo sabemos.

Reciclaje a lo cubano.

Hace unos días, en una de las cafeterías del aeropuerto, tenían unas servilletas diferentes, con una inscripción que decía: hecha 100% con material reciclado. Nos pasamos la tarde haciendo bromas sobre el origen del material reciclado que formaba parte de las flamantes servilletas. La conversación se amplio, comenzamos a hablar sobre el reciclaje en Cuba.

Si analizamos bien, yo creo que el reciclaje lo inventamos nosotros. Recuerdo aquella libreta de la ropa, con racionalizaciones casi de por vida. Era un adolescente y mi pantalón de salir, ya estaba casi transparente en la parte trasera. Mami, me dijo muy seria; no puedo lavarlo mas, tiene que durar hasta que se decidan a dar otro pantalón. Esa si era la opción verde, la mejor forma de salvar al planeta y de amargarme mi adolescencia. Cuando se decidieron a dar otro pantalón, ya el equivalente del material reciclado ahorrado por el uso y abuso de mi pantalón, había salvado, todo un bosque.

Una amiga nos hablo del reciclaje de los pampers, nos dio toda una disertación, de como los lavaba, sustituía el material por pañales de gasa y podía usarlos hasta por 4 días. Si seguimos sumando, creo que la zona del Amazonas, esta en deuda con nosotros. Que me dicen de los pomos plásticos de refrescos y agua, usados una y otra vez. En cualquier momento la ONU, nos da un diploma de reconocimiento. Si el agujero de la capa de ozono, disminuyo, fue gracias a nosotros.

En esto del reciclaje hicimos aportes al desarrollo tecnológico, hasta inventamos faroles de nuevo tipo para alumbrar noches de apagones. Con un tubo de pasta vacío, un pomo de dulce  y algodón viejo, algo que en cualquier otro lugar del mundo hubiera ido directo a la basura, nos la ingeniamos para alumbrarnos. Reciclábamos, sin conocer la palabra, algún día se nos hará justicia y celebraran a nivel mundial, el día del reciclaje cubano.

Recuerdo cuando era director de la Escuela de Oficios de Guanabacoa, tenia alrededor de 20 platos y vasos plásticos, supuestamente desechables, que eran cuidadosamente lavados y guardados para ser usados y reusados en reuniones y actividades de la escuela. Una vez, fuimos a ExpoCuba, me dedique a recoger los vasitos plásticos para el café, usados por el grupo, los lave y los usaba, una y otra vez para servir café a las visitas en la escuela. Esto, no fue invento mío, en cualquier casa habanera, guardaban vasos, platos y cucharitas desechables, que usaban un montón de veces. Borramos la palabra desechable de nuestro diccionario. A estas alturas, si seguimos sumando, somos el pueblo que mas ha hecho por salvar el planeta, cuando yo lo digo, el reciclaje, lo inventamos nosotros!

Asi hicimos con todo, convertimos zapatos en chancletas y chancletas en material para arreglar zapatos. Aprendimos a no botar nada. Hasta enderezábamos los clavos usados, para usarlos de nuevo. Hablarnos de reciclar a nosotros que cuando comprábamos en las tiendas de área dólar, usábamos durante días las jabitas de la Shopping, y cuando ya estaban viejas e inservibles, las cogíamos entonces para botar la basura. Recuerdan cuando guardábamos los pomos plásticos de Champú y los usábamos para guardar el champú Fiesta?

Reciclar, es la única opción, donde antes de botar algo hay que pensarlo muy bien; mañana, puede servirnos para algo. La lista de material reciclado y reusado hasta el cansancio es larga; canastilla y ropas de niños, cunas pintadas una y otra vez, coches, corrales. Aprendimos a usar, aprovechar y reusar todo. El verbo desechar, dejo de conjugarse en presente.

Somos el pueblo que usa los muebles por más tiempo. Recuerdo una vez que mostré a mis amigos de Miami, fotos de mi viaje a Cuba, me dijeron; que bonito el juego de comedor nuevo que le compraste a tu mama. Nuevo!!!, es el mismo que hemos tenido siempre, barnizado y rebarnizado, tapizado y retapizado, de mi casa, saldrá directo para el museo del reciclaje cubano.

Cuba, es un monumento gigantesco al reciclaje, somos más verdes que el mismo verde. Nosotros solos salvamos al planeta del calentamiento global y de los cambios climáticos, que seria del mundo, sin nosotros, los cubanos! Hablarnos de reciclaje a nosotros, que somos los que lo inventamos. No lo hacemos como un juego de niños o para entretenernos o hacernos los buena gente. Aprendimos a reciclar reusar y jamás desechar, a golpe de escaseces y dificultades, como opción de sobrevivencia. Reciclamos la alegría,  la sonrisa y los sueños, seguros que no se agotaran jamás!

 

Las fiestas de quince.

Sin dudas, todo un suceso social, algo que conmociona a la familia y estremece su economía, antes y después de suceder; cumplir quince en Cuba! Una fiesta que lleva años de preparativos y angustias. No es hacer una fiestecita cualquiera, es tirar la casa por la ventana. En ese afán competitivo que nos caracteriza, nadie quiere ser menos, no importan los sacrificios; todos quieren que su fiesta de quince, sea la mejor, la que estremezca al barrio, la que provoque durante muchos días comentarios. Nos burlamos de Oscars y Grammys; fiestas de verdad, la de los quince!

Hay muchachas que sueñan con sus quince, bailar el vals, los cambios de vestidos. Para muchas, los quince son el baile de Cenicienta, lo que pase después, no importa, serán el centro de atención por una horas, las estrellas absolutas, todas las miradas estarán sobre ellas. Vivirán, durante una noche, el sueño que llevan años acariciando. Hay otras, que prefieren los regalos y una fiesta mas intima. Hubo una época, que muchas optaban por las fotos y “una vuelta a Cuba”. Allá iba mamá y hasta papá, en aquellas maratónicas colas con pases de lista incluidos.

Los menos jóvenes, recordamos la época de los zapatos de “Primor”, donde las quinceañeras podían adquirir un par de zapatos diferentes a los que tocaban por la libreta. Después hizo su aparición la comunidad, con gusanos gigantescos cargados de regalos, el mercado paralelo y el área dólar. La oferta se amplio, pero las dificultades aumentaron, no todos tenían o tienen familiares en el extranjero, dispuestos a ayudar en la celebración de unos quince. Tampoco no todos tienen acceso al dólar, gran parte de la población subsiste haciendo maromas e inventando con un salario que no alcanza para casi nada, mucho menos para una fiesta de quince.

Muchas veces me pregunto, como esta tradición ha sido capaz de vencer escaseces y crisis. Como pudo sobrevivir a los difíciles años 90s. Imagino croquetas de masa carnica y “cakes” de mentiritas, cajas decoradas con merengue, que resolvían para las fotos, mosquiteros teñidos, para hacer vestidos y crear la ilusión del glamour, mas allá de limitaciones y angustias. Las madres, no se dieron por vencidas, como la legendaria mama de Florita, repetían hasta el cansancio; los quince de Florita, se tienen que celebrar!

Pasan los años, las modas, los grupos musicales, se derrumba hasta el muro de Berlín y las fiestas de quince, siguen firmes, de generación en generación, repitiendo fotos y bailes, estilos y preocupaciones. Nos la trajimos al emigrar, con bailes y cambios de vestidos incluidos. La única vez que vestí de traje, en estos años de exilio, fue en los quince de mi sobrina, celebrados a lo cubano, en un salón de fiestas de Hialeah.

Hace días, una amiga, me enseñó un correo electrónico, de una prima segunda, le agradecía la ayuda en la celebración de los quince de su hija; “Les cuento que quisiera que vieran la cara de Malú cuando vio las cosas, está contentísima, todo le quedó perfecto, la ropa, los zapatos, todo… nunca nos imaginamos que fueran a enviarle tantas cosas,  ojala que las lágrimas que he derramado por estos 15 de Malú por la preocupación que tenía de que no fuera a tener nada, se conviertan en cosas buenas y suerte para ustedes”, creo que, no hace falta comentario, las palabras de la madre, reflejan agradecimiento y resumen angustias vividas.

Los que nunca nos hemos visto envueltos en los trajines de la preparación de una fiesta de quince, no podemos imaginar, ni por un instante, todo el esfuerzo y sacrificio que conllevan unos quince que se respeten. Detrás de la sonrisa de satisfacción de mamá, en la noche de la fiesta, hay lágrimas, privaciones y sacrificios. Cuando se escuchan las primeras notas del vals y la niña, transformada en mujer, sale a bailar, atrás quedan malos ratos, discusiones y llantos. Aunque la magia dure solo unas horas, las fotos quedaran como constancia histórica de la noche. Los quince se celebraron, la niña, abrió sus enormes ojos al futuro, a los acordes de un vals y al empuje de mamá!

El cementerio de Colon.

Tal vez porque todos sabemos que algún día iremos a descansar en él, muchos tratamos de  ignorarlo, por respeto o temor, solo lo visitamos en circunstancias obligadas sea por muerte de alguien cercano o por cumplir alguna promesa. Ese miedo-respeto nos  hizo perder la oportunidad de apreciar sus tesoros y toda su belleza, pero aún así, todos lo  admirábamos conscientes de su valor e importancia. El Cementerio de Colon, orgullo de una ciudad donde algunos, una vez, quisieron competir con los faraones egipcios.

Nuestro cementerio guarda historias de amores eternos vencedores de la muerte, de tragedias  y dolor, de héroes y niños, de madres que mas allá de la muerte siguieron cuidando de sus hijos. Por ahí andan almas dispuestas a tomarnos de la mano y llevarnos a descubrir sus historias y tesoros.

Ha sabido guardar y cuidar restos de todos los que se nos adelantaron en ese andar hacia la señora que aguarda, implacable y segura. Nos guardara un día también a nosotros aunque muramos lejos y aunque el polvo nuestro descanse en otro sitio, nuestras almas irán a dejar algo de nosotros allí, donde nuestra historia descansa.

Un día una amiga me pidió la acompañara a cumplir una promesa de la cual yo era protagonista y allá nos fuimos, con  flores y toda la fe del mundo con nosotros a visitar la tumba de La Milagrosa. Nunca antes la había visto, esplendida  y hermosa, sosteniendo eternamente a su hijo en brazos como un canto a la maternidad vencedora de la muerte, tumba jardín! Di gracias, deje las flores y en un ritual que se repite día a día, me aleje sin dar la espalda a la tumba.

El cementerio de Colon es reflejo de la ciudad que lo engendro, hermoso, con esa  mezcla de todo, símbolo de esa lucha eterna del cubano por sobresalir en  lo que hace y dejar su huella, consciente que sus muros lo contienen de una invasion a la ciudad. Recrea ciudades en si mismo y toma   lo que quiere, pretende tenerlo todo, seguro que un día su espera sera recompensada. A pesar del silencio de sus habitantes la ciudad le presta su bullicio y sus calles se convierten en continuación de otras. Amigos me  han contado que muchos le han perdido el miedo  y que el  ofrece sus escondrijos y tumbas en ruinas a enamorados osados, uniéndose  en complicidad a la ciudad, en ese derroche explosivo de amor y sexo.

Créanme que aunque admiro y respeto a este señor, jamás lo tratare de tú. Sus habitantes y su aire misterioso y lujoso me sobrecogen. Andándolo se escuchan violines  en la “tumba de amor”, donde Margarita y Modesto, agradecen día a día un pensamiento de amor de los visitantes. También tropezamos con fichas de domino, en símbolo de cubania y leyenda, con bomberos muertos en cumplimiento del deber. Cada esquina cuenta una historia diferente, todas subyugantes y hermosas, nuestras. Recorrerlo, es una lección de historia y arte, de cubania.

Colon, como muchos le dicen, hace años libra su batalla, como tantos otros, contra el abandono y la ruina. Se nos pierden valores, pedazos de historia, pero él, sabio y nunca derrotado, recoge pedazos, los une, los guarda. Se sabe dueño del tiempo, cementerio, reino de Oya, museo, teatro, sitio de amor,  que por su seriedad no podrá participar en carnavales gigantescos, cuando la alegría se desborde. Ya se las arreglara de una forma u otra, para arrollar junto a su pueblo, cuando las campanas anuncien un tiempo nuevo.

Una niña atrapada en el espacio.

Un amigo me hablo de ella, tiene solo 12 años. Es una de los tantos niños que viven en La Habana, que sufren limitaciones y escaceses. La vida, sin querer, sumo una limitacion mas; una complicacion en algo que pudo ser sencillo, obligo a los medicos a amputarle parte de una pierna. Sus ojos tristes no se resignan a verse asi. A veces toda la tristeza del mundo puede encontrar albergue en una niña. Cuando alguien la mira, trata de esconderse detras de ella misma, de pasar inadvertida.

Mira a los niños correr despreocupados y sus ojos se humedecen. No le gusta hablar de eso, quisiera ser invisible y poderse mover en el viento, escapar a miradas y ataduras. Mira al cielo y pide el milagro de tener alas.

Hasta ahora, pudo mal adaptarse a una protesis, de no muy buena calidad, que al menos le permitia moverse sin utilizar muletas ni sillas de ruedas. Dice que preferiria no salir de la casa, renunciar para siempre a ver el sol y La Habana, si tuviera que hacerlo en silla de ruedas.

Me contaron que un problema con la pieza de la protesis que ajusta con su pierna, le impide usarla ahora. La niña, se niega a ir a la escuela, no quiere que la vean asi, se abraza a la tristeza y se esconde del sol. Se refugia en las sombras para esconder su tristeza. Su padre, busco desesperadamente, en todos los sitios la respuesta fue igual; no tenemos, no hay en los almacenes. Familiares de mi amigo, al saber de la niña, le escribieron, le dieron los datos de la pieza; trata de conseguirla, le dijeron. Mi amigo hizo el intento, pero el alto precio de la pieza le impidio comprarla. Una amiga peruana, cuando supo la historia de la niña, le pidio los datos, llamo a su hija en Peru. Ahora esperamos que ella pueda conseguirla y el precio no sea muy alto. Otra amiga cubana, se ofrecio a hacer gestiones a ver si aqui, en Miami, podia conseguirse mas barata. Varios amigos nos hemos unido en el intento de dibujar una sonrisa en el rostro de Yoanet. Todos los que hemos conocido la historia, hemos tenido que desatar nudos en la garganta, sobreponernos a la angustia y a la impotencia, para unir esfuerzos y alientos. Cuando encontremos una opcion mas facil de costear, uniremos voluntades y esfuerzos. Yoanet, regresara a la escuela, nosotros, haremos el milagro!

Tal vez La Habana, en un gesto supremo de comunicacion, me hizo llegar la historia de Yoanet, sabe que despues de conocerla, no podria voltear el rostro, abandonarla. Mi ciudad, fue hasta su casa, trato de hacerla volver a la escuela, pero no pudo, no se dio por vencida, busco aliados, la quiere de nuevo en sus calles. Toco puertas, llego a amigos comunes, unidos todos, devolveremos el andar y la sonrisa a una niña atrapada en el espacio. Unos amigos desconocidos, seran las alas que con tanta fe pidio al cielo!