Cada encuentro con ella, tiene la magia y el encanto de ignorar que edad tendrá la persona que nos recibirá. Puede recibirnos una muchacha o una señora de más de 80 años. La señora, puede convertirse en una muchacha al influjo de un piropo o de un recuerdo feliz evocado. La muchacha, a veces es una niña, riendo con toda la inocencia del mundo, interrumpe la conversación y dice; yo hice eso? Este ser especial, es capaz de sorprendernos, aún a sus más cercanos seguidores, con una belleza y una sonrisa deslumbrante. Extraña flor que cambia de colores y pétalos según la ocasión. Saber que vamos a verla, es prepararse para un encuentro con nuestro arte, con una de las cumbres de nuestra cultura. Cada encuentro con ella, nos hace parte de la historia. Una puerta se abre, nos recibe, nuestra Rosita.
Nos habíamos encontrado anteriormente en diferentes lugares, en fiestas en su honor, en el cuarto de un hospital, en casa de un amigo, en el camerino de The Place of Miami. Compartimos juntos el escenario una tarde. Lloro de emoción con la lectura de un escrito mío sobre ella, me premio con un beso al final. Mientras leía, me tomo de la mano, éramos como viejos amigos evocando recuerdos.
Su casa, en La Habana, encierra todo el misterio del lugar donde vive una diva. Ella, que vive en el corazón de muchos cubanos, reside allá, al oeste de la ciudad, tranquila, con sus perros, su gato, sus recuerdos, sus trofeos. Su residencia, lejos del bullicio de la ciudad, no esta en silencio, en cada esquina, resuenan los aplausos de su público. Me parecía escuchar bravos y gritos de otra, otra! Cuando Rosita avanzaba a darnos la bienvenida.
Por supuesto que no fui solo a visitarla, me acompañaban mi hermana, mi sobrino y mi madre. Mami, se asombra y emociona en cada encuentro con Rosita, para ella, es un regalo especial, cada vez que la visitamos. La primera vez, le dijo a Rosa; me parece mentira estar aquí, frente a ti, conversando, Rosita, río, ambas se tomaron de la mano, intercambiaron afectos y emociones.
Les confieso que desde que llegue a casa de Rosita, me moría de ganas de entrar a la habitación donde guarda fotos, recuerdos, trofeos y premios recibidos. Me senté frente a la puerta del cuarto secreto, del cuarto que tantas veces vi en fotos, reportajes y videos. Conversábamos y yo miraba de reojo, tratando de ver, de adivinar todo lo que encerraba. Varias veces mencionó esa habitación, la llama, entre risas; “el cuarto del culto a la personalidad”. Yo, la escuchaba y me decía; no me invitara a pasar al “cuarto”. De pronto, la conversación giro alrededor de un amigo común, el mas fiel de todos los fans de Rosita y quien me sirvió de puente hacia ella, le dijo a mami, venga, le voy a enseñar una foto del cuarto de Robertico.
Entré al cuarto de los recuerdos y trofeos, del brazo de Rosita y de mami, ambas eran mis trofeos, encerraban entre las dos montones de recuerdos felices, capaces de desbordar no un cuarto, todo un edificio.
La Fornes, de pie, en el centro de la habitación a media luz, nos mostraba fotos, diplomas, reconocimientos. Toda una vida dedicada al arte, a su publico, desfilaban ante mi, Girasoles de Opina, medallas, diplomas, fotos históricas. Fue un recorrido por la vida y obra de una figura que admiran y siguen, 3 generaciones de cubanos, un recorrido especial de la mano y voz de su protagonista. No importaba la media luz de la habitación, la luz de Rosita, ilumino, cada recuerdo, cada evocación. Su voz, sin edad ni tiempo, contaba anécdotas, historias. Al influjo de su risa y su luz, volvió a vestir su bata cubana, sus trajes de brillo y lentejuelas, paseo en trusa por la habitación, que de pronto resumió todos los escenarios del mundo, donde nuestra Rosita ha brillado y reinado.
No, este cuarto especial, casi mágico y mítico, no es el cuartito del culto a la personalidad, es tal vez, un rinconcito del recuerdo, de la historia. Es un poco la biografía en fotos y recuerdos de nuestra Rosita. Es un reflejo, un resumen material, del lugar que ella ocupa en el corazon de muchos cubanos, que amamos y recordamos siempre a esta mujer extraordinaria. Solo unos días antes, abarrotaba el teatro América, en el espectáculo en homenaje a sus 73 años de vida artística.
Conversábamos y hablaba de proyectos futuros, de su ultima película, en proceso de edición, de cómo analiza cada propuesta de trabajo antes de decidirse a hacerlo. No, no es una diva, no es una estrella, es, nuestra Rosita, una mujer sencilla, que no necesita poses de estrella ni de diva, su nombre le basta para reinar por siempre sobre su publico.
Al despedirnos, nos acompaño hasta la puerta, nos despedimos con un beso y un, nos vemos pronto. En mi mente, ya daban vueltas las ideas sobre mi próximo escrito; Rosita y su cuarto especial.