La Playa de Marianao!

 

Me cuenta un amigo, que camina en sueños y despierto por La Habana, que la playa de Marianao era un lugar especial, con cabarets, Coney Island y sus playas rescatadas a las rocas. Con una vida intensa que duraba las 24 horas. No alcancé a disfrutar de ese esplendor. Mi amigo, se encarga de revivir esa magia para mí.

Recuerdo un Coney Island, en ruinas, donde una vez, me subí a la Montaña rusa, que me pareció enorme y peligrosa, al bajarme casi no podia caminar, de los demás aparatos algunos funcionaban, otros ya estaban fuera de servicio. Finalmente el parque entero se vino abajo, como tantas otras cosas y sueños. Un día, volví a pasar por allá y vi un nuevo parque triste y pobre pariente lejano del anterior, sin su alegría y esplendor, tratando de fingir una sonrisa que no lograba salir del alma, que no encajaba en esa ciudad abandonada a su suerte

Allá existían, hace años diferentes playas o clubs, algunas, por mas que intentaron cambiárselos, aún conservan su nombre original. El Náutico, Cubanaleco, la Concha, otras, solo puedo recordarlas por los nombres actuales, el Lubumba, el Fontan. Las recuerdo de niño, que podíamos elegir a cual ir y mami nos llevaba al Náutico y a la Concha. Un día decidieron que eso no estaba bien, todo, hasta las playas, debían ser racionalizadas, medidas y asignadas. Las repartieron por sindicatos y entonces había que buscar un amigo, de la salud, para ir al Cubanaleco o militar, para ir al Lumumba. Las playas del oeste de la habana, no pudieron escapar a la racionalización, bendito el aire y el sol que no pudieron ser controlados y racionalizados. 

Hace años hicieron cafeterias y pizzerías, remodelaron un antiguo restaurant de comida china. La Cocinita, Mare Aperto, el Himalaya, intentaron sobrevivir, dar cierta variedad y color a la playa de Marianao, fracasaron. Una fue bautizada como la cochinita y termino siendo un triste reverbero, otro fue casi un mar en retirada, cerrado y las montanas del Himalaya, terminaron convertidas en llano. La playa de Marianao, aún conserva del ayer, el sol, el mar y el aire, su gente que la sigue andando, bajo sol o lluvia; lo esencial. 

Esa zona especial de La Habana, perdió su esplendor donde termina la arena y empieza la ciudad. Allá, en la arena y en el mar, “en la barranca de todos”, toma sol y sueña un pueblo que no renuncia a su esencia, que se toma una botella de ron bajo un sol que le calienta hasta la sombra y ríe y disfruta, jode y hace el amor, consciente que la alegría no se reparte por cuotas, ni se asigna, se vive día a día, mas allá de adversidades y limitaciones.