Un delirio habanero.

Hay momentos, noches o días que necesitamos una aventura. Un terremoto que destroce esquemas, un huracán que se lleve angustias, miedos, que nos renueve y estrene, a pesar de años y de penas.

Un te quiero gigante que nos despierte el alma, que convoque sueños, que estremezca olvidos. Una caricia intensa, espontánea y fuerte que nos toque el alma, aunque sea solo un instante detenido

Un rayo de luna en la tormenta, un arcoiris a medianoche, un girasol gigante siguiendo atento mis pasos por la vida. Uno se cansa de andar seguro, de tenerlo todo calculado, de saberse el principio y fin de cada día.

En noches asi, extraño la ciudad embrujada, donde en cada esquina estallan aventuras. Allá detrás del muro, la gente se inventan fantasías. En cualquier lugar dos se juran amor eterno, aunque después el sol les devuelva cordura.

Una aventura que devuelva brillos a miradas, que desate preguntas y maquille años.

Andar por Internet aburre un poco y uno prefiere andar por esas calles, aunque sea solo una noche y perderse, hasta olvidar pasaportes y lugares.
Por suerte esas ansias duran poco, son solo una noche de ardores y deseos. Uno amanece cansado y ojeroso, no recuerda la angustia del deseo. Fue solo un delirio habanero en mitad de la noche.

Fotografía tomada de Google