¡Nos Fuimos!

nos fuimos, tomada de Cuba, fuera de Cuba.
Nos fuimos, mirando hacia adelante, cortando ataduras, desgarrándonos, muriéndonos un poco y renaciendo luego.
Fue duro. Nadie dijo que irse fuera fácil. Irse es una extraña alegría, mezcla de agonía, sollozos y de sustos.

Muchos se fueron en silencio, hay nudos que ahogan las palabras, que impiden pronunciarlas; el adiós, a veces, es mejor como un suspiro, involuntario y breve. Un día una llamada, entre llantos, recuerdos; llegue bien, ¡Te quiero mucho! Y el llanto incontenible a cada lado contando historias, acariciando sueños. Hay muchas formas de decir te extraño, estoy bien, no te preocupes vieja, todas las intentamos, las hicimos nuestras en usos y abusos. Desde aquel día que cargados de sueños y olores del futuro, nos fuimos, sin saber realmente a donde ni como, pero nos fuimos.

El punto fue dispararse a otra vida, inventarse unas alas enormes y volar, volar aunque sudáramos sangre y el frio nos helara. Algunas alas se rompieron, el volar ha sido duro, supimos entonces caminar. Inventamos caminos. Los andamos seguros, estrenando pisadas y andares de gigantes.

¡¡Porque nos fuimos, coño!! Y un lo logramos, enorme recorrió nuestras calles, el barrio, nuestra infancia. Desde la Isla, la espera, aliviada, apunto uno más en su lista. Partimos, sin regreso al pasado, un viaje definitivo, como un disparo a la luna, o un flechazo a la selva. Después de mil intentos, nos fuimos y el futuro sin maquillajes se nos paró delante, asusto a más de uno, pero no nos venció; nada puede vencernos ya, ni la muerte.

Nos fuimos y un vuelvo pronto en el aire, aseguraba regresos, apuntalaba vidas. Hacía, sin saberlo, menos duro el adiós, suavizaba angustias, aliviaba dolores.
Una esperanza ayuda a irse y también a quedarse. Allá detrás del muro enorme, las madres se consuelan, en un tejer y destejer sueños y vidas; volverá, se repiten día a día y ese volver les da fuerza, las encadena a la vida, las alimenta y sostiene.

Quedarse no fue fácil, dos verbos diferentes y ambos conjugados en tiempos y personas, una y otra vez, hasta el cansancio. Hasta que los sueños se rebelen y conquisten la ciudad y partidas y regresos, se conjuguen en pasado. Entonces, alegrías inmensas borraran ríos de lágrimas y angustias, levantaran la esperanza, más alta que las palmas. La madre que espera, detendrá su mecerse en el sillón del tiempo y abrazada a la vida, en un grito o alarido que le brotara del alma, estremecerá la historia con su, ¡Aquí estoy hijo mío!

Fotografia tomada de la pagina de Facebook, Cuba fuera de Cuba.