¡Estos quince de Florita, se tienen que celebrar!

Luis Carbonell, el acuarelista
Florita, entra en la casa llorando y gritando.
-Mamá, mamá, hay que suspender la fiesta de mis quince, sin él, nada será igual.
-Mira mi hijita, si alguien dijo que “los quince de Florita se tienen que celebrar” fue él. Celebrártelos, es el mejor homenaje que podemos rendirle. Si hasta hablo con la Aragón y van a venir a tocar, todo lo dejo planeao. La Fornés, te va a prestar el vestido para el vals, el mismito se lo pidió y hasta tu turno pa’l dentista te consiguió. No mi hijita, tus quince van. Serán como un arcoíris en La Habana, ¡una acuarela!
Mi hijita “¿y tu abuela donde esta?” debe estar arreglándose esas pasas pa’ lucir regia en tu fiesta. Cuando sepa la noticia va a llorar y va a gritar ellos eran muy amigos. El fue quien le consiguió que ella bailara en la comparsa Las Bolleras. De joven estaba loca por ser “comparsera” y el movió cielo y tierra hasta que la complació y dicen que había que verla arrollando por Prado; la vieja era tremenda de joven. A su madre le dio un ataque, pero no pudo evitarlo, termino aplaudiéndola a rabiar y esperándola bailando; eso lo llevamos todos en la sangre.
-Mamá, voy a casa de “la negra Fuló”.
-Si mi hijita, dile que después paso por allá y que no se olvide de la fiesta, tenemos que estar todos, así lo haremos feliz.

Florita llega a casa de la negra Fuló, la puerta está abierta, entra sin tocar, en un sillón con las pasas revueltas y luciendo un “Refajo marañón”, Fuló, llora sin consuelo.
-Se me fue mi negrito, se me fue, dijo entre sollozos cuando vio a Florita, “Se me murió mi negrito, Dios lo tenía dispuesto, ya lo tendrá colocao, como angelito del cielo”.
-Si Fuló, es duro, pero palante, pa mí, “el negrito esta dormio”, la gente como él, nunca se muere del todo. Muchos estamos “en trance”, pero creo que hay que recordarlo con rumba y alegres, no con llantos, mi mamá me lo dijo. No faltes a mis quince que de todas maneras, se van a celebrar.
-Tienes razón Florita, avísale a “la negra Asunción” ello lo quería mucho, debe estar desconsolá.
-Si les avisare a todos, no faltara nadie. Hasta Cristina ira, aunque dicen que sigue con “la alergia, esa alergia que camina”, espero que siga los consejos de Narinacea y este bien pa’ la fiesta.

Florita llega a su casa, su mamá se mece en el sillón con la mirada perdida en los recuerdos.
-Florita tengo “el problema resuelto”; “Madeimoselle Mercé”, la bailadora de bembé, la que se hace la francesa, llamo para decirme que el buffet va por ella. Dice que es lo menos que puede hacer. Me aclaro bien que no quiere a nadie vestido de negro ni con lloriqueos, muchos colores y risas, como le gustaba a él.
-Mamá, voy a llamar a Mariana.
Florita coge el teléfono, marca el número, habla bajito con su amiga Mariana. Su madre trata de escuchar algo, solo alcanza a oír el final de la conversación.
-“Espabílate Mariana que te me vas a quedar”.

Llego el día de los quince de Florita y nadie falto a la fiesta. Hasta la Habana llego, con su bata de colores, su pelo al viento y un ramo de girasoles y mariposas en las manos. Cuentan los que allá estaban que después del vals, un negro saco un cajón y en cuanto el cajón sonó, todos salieron bailando, esa “rumba de cajón”. Iban por el Malecón, priquitipu, priquitipu, pu, pu y al frente de la rumba, del brazo de la hermosa Habana, iba él, con su camisa de vuelos, diciendo a gritos, ¡Hasta siempre!
luis carbonel

Fotografias cortesia de Marvin Jui-Pérez