No acostumbro a escribirte, las palabras no me bastan para decirte cuanto te quiero y necesito. Prefiero darte un beso, un fuerte abrazo o llamarte por teléfono y decirte una y mil veces, ¡Te quiero mucho !
En estos dias me necesitas, casi tanto como aquel 20 de febrero que reté a la muerte y la vencí, en la lucha porque siguieras junto a nosotros, casi eterna, totalmente necesaria. Yo también necesito estar junto a ti y mucho, lo sabes. Verte, acariciarte, decirte al oído, aqui estoy, no hay nada que temer mami. Besarte una y mil veces, hacer mío tu dolor y entre los dos, vencerlo.
Desde que te caíste, tu voz ha perdido fuerzas, el dolor te muerde con rabia, tú lo soportas, como has soportado penas y lejanías, ausencias y angustias. La mañana que te dije; en cuanto me llegue el pasaporte voy a verte, gritaste un ¡Ojalá mi hijito! que aún resuena en mis oídos . Te dije, conteniendo el llanto, ojalá no mami, voy seguro en cuanto me llegue. Es duro esto de estar lejos y no poder llegar cuando más me necesitas.
No basta con llamarte todos los días, no nos basta, pero hasta dentro de unos días no tenemos otra opción. No sabes cuantas veces he tenido que callar unos segundos para que no adivines que lloro de dolor e impotencia, al final sé que lo sabes, siempre lo has sabido todo; para ti, nunca hubo secretos. Por mas que disimule sabes mi dolor, esta angustia terrible de no poder volar hasta ti. Recuerdas cuando tuviste neumonia y yo te cuidaba y me arrodillaba a orar por ti, mejorabas por días. Me dijiste, sigue pidiendo mi hijito, cada día estoy mejor. Hoy no ceso de pedir por ti, Dios y yo nos entendemos muy bien, nunca me ha fallado, no lo hará. Mañana iré al Rincón a pedir de rodillas por ti, será como evocar las tantas veces que hemos ido juntos en cada visita mía, al Rincón de allá. El viejo Lazaro intercederá por ti. Todo estará bien mami, lo sé , aunque este nudo en la garganta continue hasta que tú puedas desatarlo con tus manos .
Sabes, me asombro de mi fuerza, de este no derrumbarme por la pena. Esta fuerza me viene de ti, de tu ejemplo, de no dejarte nunca abatir, de tus oraciones. Sé que no hay dolor que te impida pedir cada noche por mi, decirle a Dios que me cuide y me proteja. Siempre has pensado primero en nosotros.
Cada vez que te llamo, te repito; el dolor nunca venció al amor. Nuestro amor es capaz de derrotar al dolor mas intenso, pasará, lo vencerás, “todo pasa menos tú”. Volveremos a reírnos juntos, a contarnos historias, a hacer planes. No olvides esa fiesta prometida y el cartel inmenso en el portal, ¡Mamá cumple 100 años! No puedes perdértela por nada.
No se que día exacto tenga el pasaporte en mis manos y vuele directo a tus brazos, será pronto, ya viene llegando, como dice la canción.
Espérame mami, no desmayes, no te rindas, no hay dolor que pueda vencerte. Te quiero mucho, lo sabes, pero me gusta repetírtelo y a ti escucharlo. Ambos somos unos malcriados del amor y disfrutamos sabiendonos amados y necesarios.
Esta carta no lleva despedida, queda abierta en el alma, en el aire, en el mar que nos separa y une. Agrégale cada dias te quieros, un montón de besos, un puñado de caricias y un millon de vuelvo pronto…