Dialogo con La Habana.

Aprovechando mi última visita a La Habana, decidí conversar, dialogar con la protagonista de muchos de mis escritos. Caminando por una de esas calles típicas de nuestra ciudad, me recosté a un muro, resto de un edificio en ruinas. Mirando a los ojos a mi ciudad, le dije; que te parece si en vez de evocarte y recrearte, conversamos, un dialogo entre tú y yo, gustará  a mas de uno.

La Habana, me miro sonriendo picara; se te ocurren cada cosa! Acepto, con una condición, no quiero hablar de política, llevo años aburrida de consignas, carteles y discursos, hablemos de nosotros, de la historia, detesto, como tú, los panfletos políticos. De acuerdo, ese es mi estilo, lo sabes, incluso, te concedo el derecho de no responder. El silencio, puede ser, a veces, una buena respuesta.

La primera e inevitable pregunta, fue sobre su estado actual, construcciones perdidas para siempre, el abandono de años. Crees que eres menos hermosa ahora que años atrás? El abandono, los derrumbes, te han envejecido? Te ha vencido el tiempo?

Sabes que no, se pueden tener muchos años, montones y seguir siendo bella, deseable, tenemos una amiga común que aunque ya no es tan bella como hace 50 años, sigue siendo aún una mujer hermosa. Me duelen los edificios perdidos para siempre, se que parte de mi encanto es la diversidad, cada edificio o construcción importante que se pierde, es una cicatriz en mi alma. No basta andarme con una carretilla, para salvarme del abandono, pero agradezco las buenas intenciones de algunos. Se que a pesar de ruinas y escombros, sigo siendo bella, no he perdido, ni perderé mi encanto, me sostienen columnas de siglos y de amor que no me dejaran caer.

Que significa para ti el Malecón? Es solo un muro que contiene al mar o es algo más?

Si el Malecón, no existiera, yo, lo hubiera inventado, respondió mientras se abanicaba. Sin El, estaría incompleta, seria otra, ven vamos  a sentarnos en su muro, desde allí, podré responderte mejor.

Anduvimos juntos, como novios, cuando llegamos al muro de todos, sonrío y agito su cabellera. El Malecón, es como mis manos queriendo agarrar para siempre, al mar, es, mis piernas, mi regazo, donde mis hijos vienen a contarme penas y alegrías de amor. Sabes, los has dicho, que soy una ciudad tendida al mar.

Que ha significado para ti, ver partir a tantos de tus hijos, muchos, para siempre, no verlos mas o verlos solo una vez al año o menos?

Pregúntale a tu mamá, que siente al tenerte lejos, ella podrá responderte mejor que yo. Es un dolor terrible, multiplicado día a día. Se que ellos me llevan en su corazón, me extienden por el mundo, pero los preferiría a todos aquí, conmigo. Saberlos bien, me reconforta, una madre, nunca es egoísta, pero créeme, esto de perder todos los días hijos, hace tanto daño como el abandono.

Una vez, te llamaron, El Paris del Caribe, que sientes ahora, al ver tu vida nocturna casi desaparecida del todo. Qué sientes en noches oscuras?

Todo es relativo, nunca quise ser el Paris del Caribe, me bastaba y me basta con ser La Habana. Odio la oscuridad, pero cuando apagan las luces, tengo las estrellas y la luna, nunca estoy del todo a oscuras. Se que no tengo la vida nocturna de hace años, pero muchos se niegan a irse a la cama con la calabacita. Inventan fiestas, se sientan en bancos, en el Malecón, caminan mis calles una y otra vez. Se inventan el amor en cada esquina. Créeme, lo importante es estar viva, seguir, no darse por vencida.

Decidimos seguir caminando por calles estrechas, descubriendo a cada paso un mundo nuevo. Mi ciudad, colgada de mi brazo, con su bata cubana blanca y su pelo al viento, soltando carcajadas y recordando amigos comunes, imprescindibles. Le hable de mi musa transoceánica, de cómo me alentó a escribir. Rió como una niña; y quien tú crees que te la envío? La casualidad no existe, yo también tengo mis mañas.

Sabes que tienes un encanto especial, pero hay dos momentos del día en que no hay ciudad que pueda superarte; amanecer y atardecer en ti, tienen una magia, un algo diferente, como dicen muchos; un habanecer! Tienes conciencia de la belleza de tus amaneceres y atardeceres?

No voy a responderte, pregúntale a Eliseo, mande a buscarlo, sin él, nuestra conversación estaría incompleta. Eliseo, se acerco, sonrío, nos miro a los dos, su respuesta fue breve; amanecer o atardecer en La Habana, es ser parte de la eternidad, que puede comenzar cualquier día! Se fue, sin despedirse, riendo, sabiéndose eterno y vivo.

Una ultima pregunta, que es para ti el futuro? Eres optimista o pesimista?

El futuro, comienza en cualquier instante, estamos viviéndolo, sin saberlo, se mezcla con el presente, se anuncia. Depende de nosotros el rumbo que tome. Soy optimista, siempre lo seré, si no lo fuera, dejaría de existir, de alentar, apuesto siempre por lo mejor del ser humano, de la vida.

Nos despedimos con un beso y un abrazo. Antes de irse, me dijo al oído, acaba de publicar ese libro. Rosita y tu mamá, no son las únicas que quieren ver lo que has escrito sobre ellas publicado, yo, también me muero de ganas de ver ese libro, soltó una carcajada y me dejo, en el centro de la Plaza Vieja, feliz y sorprendido.