Malas noticias desde Rusia.

Rusia homofobia, tomada d ela pagina inout post
Leo noticias, créanme algunas hasta me gustaría ignorarlas, no saberlas nunca. A veces pensamos que lo que ignoramos, es como si nunca hubiera sucedido, pero esa actitud de avestruz, no me gusta, me es ajena. Las noticias aunque sean malas, de las peores, hay que enfrentarlas y reaccionar ante ellas.

Rusia, lo que queda como símbolo de la antigua y siempre lejana Unión soviética, es noticia en estos días y mala noticia. Digo siempre lejana, porque a pesar de cursos de idiomas rusos y bombardeos de películas y muñequitos rusos, nunca la hicimos nuestra. Diferencias irreconciliables tal vez, aunque aprendimos a decir, Товарищи (tavárishhi). A pesar de toneladas de carne rusa ingeridas, de televisores descontinuados, ventiladores plásticos y relojes Poljots, nunca fuimos “conquistados” por su modo. Teníamos amigos rusos, al final los pueblos se entienden, por encima de convenios y decretos. En mi barrio, había una rusa casada con un mulato cubano que daba unos escándalos bilingües que hacían historia. No era un problema de antagonismo, nosotros no teníamos muchos en común con esos supuestos e impuestos nuevos amigos que negociaban con nuestras miserias. Tampoco los rechazábamos tajantemente, muchos se mezclaron con nosotros, para siempre y allá quedaron, jugando domino, tomando ron y compartiendo escaseces. Disfrutando nuestro eterno verano y olvidándose de la nieve y del Kremlin.

De esa misma tierra que un día intento ser amistosas a empuje de decretos y convenios, llegan hoy terribles noticias. Mientras muchos países aceptan y legalizan el matrimonio gay y tratan de encontrar leyes y medidas en contra de la discriminación por orientación sexual. Rusia, con su presidente Putin, (debe ser duro ser un hijo de Putin), a la cabeza, lanza medidas homofóbicas y toleran actos de violencia contra personas, solo por su orientación sexual.

No es primera vez que la humanidad asiste pasivamente a actos discriminatorios y de violencia en contra de minorías. Cuando un país y su gobierno toman el camino equivocado deben ser detenidos de golpe y unánimemente, no podemos permitirnos el resurgir del fascismo en pleno siglo 21. La humanidad no puede asistir tranquilamente al nacimiento de extremistas e intolerantes que nadie sabe a donde pueden llevarnos un día. No olvidemos que Putin y su gobierno, controlan armas nucleares, no olvidemos horrores anteriores. Hoy discriminan y acosan a los gay, mañana no sabemos hacia quienes dirigirán su odio y tal vez sea tarde para detenerlos.

También leí que una diputada rusa, con un apellido que recuerda a Mussolini, emulando con Putin, pedía quitarles a las parejas gays los hijos adoptados. Para ella es mejor niños huérfanos sufriendo, que niños con dos padres o dos madres. Esta mujer es, sin dudas, otra buena “hija de Putin”.

Ante estos hechos no bastan frases. No es suficiente que el presidente Obama los critique y diga que no tiene paciencia. No basta dejar de comprar el vodka ruso. Los jóvenes discriminados y victimas de violencia en Rusia, necesitan acciones. Rusia, será, si no se impide, la sede de los próximos juegos olímpicos de invierno. Muchas voces han pedido el cambio de sede. Un boicot castigaría a los atletas, un cambio de sede, seria un claro mensaje al gobierno de Putin, del rechazo mundial a su política homofóbica y discriminatoria.

La Internet ha difundido actos de violencia contra jóvenes gays y hasta asesinatos. En mi opinión es hora de frenar a estos hijos del stalinismo y el fascismo que intentan dar vuelta atrás al reloj de la historia; la humanidad no debe permitírselo. La historia no nos lo perdonaría.

Recuerdo siempre la frase, “a grandes males grandes remedios”. Es hora de unirnos y encontrar ese remedio enorme que detenga a esas fuerzas oscuras que resurgen con fuerza en la Rusia actual. Unirnos y reclamar el cambio de sede de los juegos olímpicos de invierno, exigir por parte de presidentes y ministros algo más que frases bonitas debe ser nuestro propósito. Ser tolerantes con la intolerancia, es intolerable.

Luchemos por recibir buenas noticias desde Rusia, entre todos podemos lograrlo. Hay muchas frases que expresan que contemplar en silencio una injusticia, es ser cómplice de ella. Alcemos nuestras voces, neguémonos a ser cómplices de esta injusticia. Como leí en un pull-over que lucia, con orgullo, una tarde de mayo un joven en La Habana, “la homosexualidad no es un peligro, la homofobia si”
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Fotografia del inicio, tomada de la pagina inout/post.

Santiago de Cuba, despues del huracán.

Solo la visité en dos ocasiones; de niño, con mis padres y en el año 91 con un amigo que me invito a casa de su familia. Santiago de Cuba, es una ciudad, con un encanto especial, uno lo siente al llegar. No es solo el clima, el calor o las montañas, es su gente, su gracia natural. Nuestra islita, a pesar de ser pequeña, exhibe una diferencia marcada en paisajes y ciudades. Somos, siempre lo digo, un delicioso ajiaco donde puede incluirse todo, absolutamente todo, nada nos falta, ni nos sobra.

En estos días leímos y escuchamos sobre el paso de un huracán por el Oriente de  Cuba. Las noticias hablaban de destrucción, de gentes sin casa, de muerte. Vi algunas fotos, me preocupé, les confieso que deje un margen a la duda. A pesar del video de un locutor de la televisión cubana, informando de derrumbes y pérdidas de vidas, seguía pensando que acá, exageraban el daño, como al sur, exageran lo bueno. Algo en mi se negaba a aceptar tanta destrucción, tanto dolor.

Un nuevo amigo, uno de esos amigos virtuales que aunque desconocidos, terminan compartiendo con nosotros; amigos de nuevo tipo que nos regalan la Internet y la Globalización, se excuso hace un par de noches por no haber leído mi ultimo cuento. No puedo leerlo por ahora, me decía. Allá, en Oriente, su familia había perdido su casa, estaban sin techo, incluyendo a su abuela de 90 años. Yo, que tanto me gusta jugar con las palabras, me quede en silencio, no encontraba un par de ellas para consolarlo, devolverle la paz. La realidad es aún más terrible que las noticias.

Dicen que hasta El Cobre, llego la destrucción, que el viento daño la Catedral, que se ensañó con la ciudad, pretendiendo destruirla, borrarla. Se necesita muchos más que un huracán o un cataclismo para poder borrarla, para vencer al oriente cubano. Nuestro pueblo aprendió a sobrevivir a todo, a revivir la esperanza, aunque sea lo único que nos queda.

Imagino a nuestros hermanos, levantándose de las ruinas, muchos lo perdieron todo y no saben si algún día, lo podrán recuperar. En un país todo se guarda por si algún día se necesita, amanecer sin nada, es un golpe terrible, devastador. Se que miraran a su alrededor desolados, secaran sus lagrimas y se levantaran sobre ellos mismos. Nada puede ya vencerlos, quitarles la esperanza. Se inventaran un techo y un sueño y seguirán adelante, esperando el mañana que llega, seguro y prometedor.

¡Apagones!

Anoche un inesperado apagón, sorprendió a un grupo de vecinos en Miami entre ellos a mí. Llegue del trabajo, con la idea fija de conectar el nuevo MODEM para la Internet que recién ese día había recibido. Llegue, vi las casas a oscuras, pregunte a un vecino desconsolado; qué paso? Una rotura, ¡No hay luz desde las 5 de la tarde! ¡Tremendo apagón!

Nosotros nos acostumbramos a decir siempre; se fue la luz, aunque sean las 12 del día. Si falla la electricidad, no importa el sol radiante, se fue la luz o hay apagón, a la hora que sea. Para los cubanos la electricidad, es como sinónimo de luz, su ausencia, es un apagón. Los apagones y nosotros somos viejos conocidos. Nunca llegamos a ser amigos, pero terminamos acostumbrándonos a ellos, a tolerarlos. Hasta se convirtieron en algo racionado o esperado; hoy toca apagón, era una frase que obligaba a prepararse, para el previsto y nunca bienvenido apagón.

Anoche, en mi primer e inesperado apagón Miamense, unos cuantos vecinos, nos reunimos en el portal, todos cubanos, claro, se me olvido decirles que vivo en Hialeah, el barrio, mas cubano, de todo Miami! Todo el mundo sabe que si hay dos cubanos juntos, lo primero que decimos es; ¡Que calor! Y eso que estamos en julio, deja que llegue agosto. Que dirán mis amigos que viven en Suecia, Dinamarca o  Canada? Que frío!! Hace años no se veía un frío como este! Después que hablamos del calor, lo segundo, es hablar mal del gobierno, es una costumbre nuestra, todos somos especialistas en política y cuando nos reunimos, criticamos a cuantos gobiernos se nos pongan delante! No hay presidente, alcalde, ni político, que se salve de ser criticado si cae en lenguas de cubanos.

Después de hablar del clima y criticar gobiernos, nosotros, los cubanos, tenemos que tomar algo. Anoche, mientras conversábamos a la luz de la luna, unos tomamos refrescos, otros vodka con jugo de naranja, otros cerveza. Mientras hablamos, tenemos que darnos un traguito de algo, es como ayudando a salir las palabras, remojándolas, para que fluyan sin trabas, vaya  lubricarnos las cuerdas vocales y la lengua.

En este inesperado apagón Miamense, evocamos apagones anteriores, de aquellos que podían durar 4, 5 y hasta 8 horas. Yo, que viví los años 90s en su totalidad en Cuba, recordé aquellos terribles apagones. En esa época, los apagones, eran lo único que no escaseaba. Desaparecían gatos, barrigas, libras de mas, casi hasta la esperanza, pero los apagones, ahí, puntuales y multiplicados, casi omnipresentes. Mi familia, se reunía en el portal o en la terraza, hasta que el sueño nos vencía. Recordábamos infancias, adolescencias, historias. Cada apagón, nos traía historias y recuerdos diferentes. Cuando la ciudad se oscurecía del todo y el silencio se hacia denso, casi corpóreo, reunirnos en familia, recordar los buenos momentos, revivir sonrisas y carcajadas, nos ayudaba a vencer la oscuridad. Era nuestra manera, de no darnos por vencidos, de no dejarnos oscurecer el alma y la alegría.

Este grupo de vecinos reunidos, en un portal, en Miami, termino, que raro! Hablando de Cuba. Hasta de la Crisis de octubre conversamos, de aquellos terribles 13 días en que el mundo casi canta el manisero y nosotros, en la primera fila, dando las primeras notas de despedida, sin tener siquiera, un triste cucurucho en la mano.

Los cubanos, los mismos que vivíamos allá y dormíamos con las ventanas abiertas, para que la brisa nos refrescara. Los que nos bañábamos con un cubo de agua y un jarrito. Los que nos íbamos para el trabajo, con la barriga vacía, con solo un buchito de café claro entre pecho y espalda, ahora no podemos quedarnos dormidos sin el aire acondicionado. Bañarnos con el agua fría! Ni soñarlo. Aunque en el fondo seguimos siendo los mismos, las comodidades, nos han malcriado un poco, si ya se, que uno, se acostumbra fácil a lo bueno.

Anoche, este grupo de cubanos reunidos en un portal, en Miami, casi llama a las Naciones unidas y pide la protección del Comité para refugiados. Casi, casi, que demandamos a la FPL, por daños sicológicos. Cuando a la Una de la madrugada, se hizo la luz! Todos respiramos tranquilos y felices. Yo, regrese a mi casa, dispuesto a acostarme, mire de reojo el MODEM nuevo, para la Internet, tentador y provocativo, mirándome desde la mesa, fui al baño, volví a mirarlo, lo tome en mis manos y les juro que hasta que no termine su instalación, no pude dormir, feliz y relajado, olvidándome del apagón, pero, como siempre, con el alma y la mente, plenas de recuerdos y esperanzas. Mientras me dormía, pensaba, los apagones, buen tema para un escrito.

Una Rosita, entre zarzuelas, operetas y recuerdos.

Visitarla en cada uno de mis viajes, se ha hecho costumbre, desde la primera vez que fui a verla, en el hospital, recién operada. Siempre recuerdo su emoción y el brillo de sus ojos, cuando le leí mi primer escrito sobre ella. Pasar unas horas disfrutando de su compañía, escucharla hablar de su vida y su arte, es un punto obligado en la geografía de mis viajes a La Habana.

Conversamos, siempre nos cuenta algo nuevo. Su larga y exitosa carrera, necesitaría muchas visitas para agotarse, para poder contarla toda. Visitarla, tiene siempre una magia especial para mi; la mujer que tantas veces admire desde la sala de mi casa o la platea de un teatro, se viste y maquilla, especialmente para mi. Nunca sabré, si entré yo, a su mundo o ella decidió ser parte material del mío.

Nos habló de cuando en Méjico, durante un intermedio, en el teatro, le dijeron que dos personas muy importantes la esperaban en el camerino; no quisimos que esperaran afuera, le dijeron. Abrió la puerta, ante ella, el músico y el libretista de Luisa Fernanda, la zarzuela en la cual ella hacia una creación del personaje de la Duquesa Carolina; vinimos a ver a la mejor Duquesa Carolina!  Le dijeron al verla, Rosita, con esa sencillez que la caracteriza, trato de restar meritos a su actuación en ese personaje; ustedes, no me han visto, como pueden decir eso! Dijo, mientras se sonrojaba, no la dejaron  hablar más. En Méjico, en España y en La Habana, todos los que la han visto, coinciden que usted es la mejor Duquesa Carolina! Afirmaron, mientras sus ojos se abrían de asombro, ante tanta belleza. Estoy seguro que no esperaban a una Duquesa Carolina, vestida de bataclana, mostrando unas piernas dignas no de una Duquesa, de una Reina!

Nos contó, como construía los personajes; no me limitaba solo a la parte vocal, si como en el caso de Luisa Fernanda, interpretaba a una Duquesa, pues asumía porte y gestos que caracterizaran al personaje. Mueve los brazos, gesticula, la Duquesa Carolina, se hace presente, por unos segundos.

Nos contó de La Viuda Alegre, de como la hacían repetir cada noche, la salida, la Ninfa y otras partes de la opereta, hasta 3 veces. El público no se cansaba de escucharla. En esta ocasión, nos recibió, vestida de negro, mientras hablaba, en mi imaginación, la cubrí de plumas y lentejuelas y la imagine, haciendo solo para mí, la salida de La Viuda alegre.

De la mano de Antonio Palacios debuto en zarzuelas. Una noche, finalizando la temporada, Ernesto Lecuona, fue a verla al teatro, se rindió a su arte y su belleza. Nos contó de la emoción que sintió cuando fue a felicitarla. A partir de esa noche, Rosita seria parte de la compañía de Lecuona, alternaría actuaciones con figuras consagradas. Cuenta, entre risas, como alternaba con otras cantantes; algunas, con más voz que yo, nos dice. Baja los ojos en su acostumbrado gesto de modestia y nos dice; sin embargo, el teatro se llenaba, cuando yo interpretaba el personaje. Es que el público, siempre me ha querido, dice Rosita. Me siguen queriendo, agrega, mientras una luz ilumina sus hermosos ojos; a veces, pienso que no he estado bien del todo, pero vienen, me felicitan, es el cariño que me tienen.

Nos habló, de como sigue vigente en el amor del pueblo, cuando va de compras o al teatro, siempre la reconocen, la saludan, le piden una foto. Será siempre, nuestra Rosita. Una rosa, que a punto de cumplir sus 90 años, aún se sube a un escenario, entre aplausos y ovaciones.

No vive anclada en el pasado, es parte del presente, se asombra y fascina con el avance de la tecnología. Su voz y su risa, no tienen edad, a veces, parece una niña traviesa, contando historias y riendo. Estoy seguro, que cada mañana, la vieja de mis historias, le da una taza de su café mágico; la esperanza, vive en ella, alienta en esta mujer, que juega con los años y los recuerdos, haciendo magia con su arte y su belleza.

Le pregunto; Rosita, algún deseo insatisfecho? Algo que quisieras ver, su voz adquiere un tono serio; Paz, José, que exista paz en el mundo, que se acaben las guerras, que nos dediquemos a cuidar la Tierra, a construir y no a destruir.

Antes de irnos, le leí mi escrito, “Una puesta de sol con Rosita“,  me pregunto si lo había publicado. Le expliqué que estaba en mi blog, en Internet; no todos tienen Internet, dice mientras busca el apoyo de mami; verdad que debe publicarlo? Le prometo que estará en mi libro, que le traeré un ejemplar dedicado, insiste de nuevo; debes publicarlo, lo espero. Rosita, se une a mis amigos, a mami, a mi musa transoceánica y a La Habana, reclamándome mi libro, saben que no podré negarme.

Nos vamos, con el goce interior de haber tenido, no una cita con Rosita, una cita con el arte, con la historia. Cada instante junto a ella, es un recuerdo de lujo, lo sabemos. En mi casa, en La Habana, comienzo a darle forma a este escrito. Mami, a mi lado, me mira y sonríe; escribiendo sobre Rosita, verdad? Hoy recién, convocado por una foto que un amigo me envío, recordé mi escrito sin terminar, solo corregí algunas palabras. Con mami a mi lado, desde La Habana y con el calor del beso de Rosita en mi mejilla, las musas bien pudieron tomarse un descanso. Gracias Rosita, por abrirme las puertas de tu casa y de tu alma!

Amigos!

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Soy de los que piensan que la amistad, es como el amor, pero sin deseo sexual, sin esa pasión de la atracción, es un sentimiento más apacible, sin tormentas. Ambos sentimientos comparten ilusiones y alegrías, ganas de verse y explosión de abrazos. Se parecen, pero son diferentes, el amor real se da a una sola persona, la amistad, puede compartirse con muchos. Compartida, va tejiendo red de amigos, sumando afectos. Nuestro número de  amigos, aumenta cada día, cada instante, entre holas y adiós, tejemos redes, trampas, en que atrapamos personas y ellas nos atrapan.

Recuerdo amigos que tuve en La Habana, hacíamos tertulias en los intermedios del ballet, conciertos y obras teatrales, vi a muchos partir. Después de cada estampida migratoria,  me quedaba, prácticamente solo. Rostros nuevos me acompañaban en los teatros, poco a poco aparecían amigos nuevos, hasta que una nueva ola, se los llevaba a otras tierras. Un día, llego mi ola, me invente otra vida. Nuevos caminos, nuevos amigos, junto a viejos, se sumaron a mi vida. Juntos inventamos sueños, descubrimos vidas, hicimos caminos. La amistad llega y corre, anda diferentes caminos, nos guía segura.

Los amigos, son como mariposas, sin vida limitada, dan color a nuestras vidas, la embellecen. Colorean los momentos tristes, mariposas de alas fuertes, capaces de sostenernos cuando caemos. Duendes de los mejores sentimientos, hadas del presente y del mañana, Amigos! Que comparten penas y multiplican alegrías. Magos de la felicidad, hechiceros de la alegría. Un buen amigo, lo puede todo, desde convertir una lagrima en sonrisa, hasta prestarnos sus piernas, cuando nos cansamos o no podemos andar más.

En estos tiempos de Internet y globalización, el concepto de amistad, cambia, adquiere nuevos matices; se redefine. Tengo muchos amigos que no conozco personalmente y los quiero, necesito y extraño, tanto como a los reales que están día a día a mi lado. Poetas, musas, amigos que me dan consejos y apoyo, que me incluyen en sus oraciones. Amigos, que comparten frases, escritos, fotos, penas y alegrías, con la ayuda del teclado y el mouse.

Una vez, a causa de un escrito mío, una persona, en sus comentarios, recordaba lo peor de los grupos de respuesta rápida, prefirió agredir mi persona, no mis ideas, intento hasta humillarme, como si eso fuera tan fácil! Yo, en mi condición de autor del artículo, tenia que ser muy diplomático, medir mis palabras, insistir en discutir las ideas. Mis amigos virtuales, enfurecidos, casi protagonizan el primer linchamiento virtual, hasta malas palabras hubo, fue como una riña callejera, solo que en el marco de la Internet; los protagonistas, nunca se vieron la cara. Estoy seguro que si se hubieran visto cara a cara, hasta un buen galletazo hubiera sonado esa tarde. Así son los amigos, reales o virtuales, se defienden y ayudan entre si, los unen lazos muy fuertes, aún sin conocerse.  Si se ofende o ataca a uno, los demás salen en su defensa; es mi amigo, no te metas con el! Parecen decir.

No hace falta un abrazo, para saber que alguien es nuestro amigo, que esta siempre al alcance de la mano o del Mouse, cuando lo necesitamos. Tengo grandes amigos, que veo poco, a veces, pasa todo un año sin vernos, pero ellos y yo, sabemos que estamos ahí, dispuestos a aumentar alegrías y compartir penas, intercambiar hombros. Somos amigos y eso basta.

Encontrarse con amigos, es una suerte, un regalo, la certeza que la soledad, no nos visitara jamás. Los amigos, son la familia que elegimos, la compañía que preferimos. Como dirían en Cuba; “el que tiene un amigo, tiene un central” si todo sigue así, muchos terminaremos haciendo una zafra histórica, con millones de amigos, moliendo tristezas y penas, produciendo afectos y alegrías. Hace años, comencé mi zafra y les juro que no terminara nunca.  Entre amigos, compartimos un café sin final, nos miramos a los ojos o a la pantalla, seguros que andando juntos, el camino,  se cubre  con girasoles y mariposas!